La historia se repite

Por Miguel Ángel Viso Camenforte

Existe una frase muy manida y utilizada a modo de coletilla en cualquier conversación que se precie: “la historia se repite”. Dejando a un lado la imposibilidad material de dicha afirmación y sin adentrarnos en la discusión acerca del tiempo histórico, no podemos obviar la parte de realidad que expresa. En los últimos días hemos sido testigos de dos nuevos procesos que nos recuerdan ineludiblemente a otros pretéritos.

En primer lugar, el expolio de guerra económica al que está siendo sometido el estado griego. Después de que el PASOK, Nueva Democracia y Mario Draghi (vicepresidente europeo de Goldman Sachs desde 2002 y presidente del Banco Central Europeo desde 2011), ocultaran el déficit del gobierno heleno entre los años 2001 y 2009, forzando el desastre, asistimos hoy a la manipulación mediática que centra en Syriza la culpa de todo lo acontecido. Este tercer rescate aceptado por Alexis Tsipras representa la humillación de la Europa alemanizada contra la izquierda griega y un claro aviso para los movimientos políticos contestatarios de Europa. A cambio de 86.000 millones de euros en tres años, de los que una ínfima parte (no más del 15%) podrá repercutir en políticas sociales. El grueso del rescate va encaminado a rescatar la banca pero oculta otras contraprestaciones que nos señalan el expolio de la oligarquía europea en favor de la ambición privatizadora. Fraport, la compañía alemana de transporte, ha comprado catorce aeropuertos griegos en zonas turísticas muy rentables, favorecidos por los problemas internacionales en el Magreb y Oriente Próximo. Multitud de islas turísticas están bajo el punto de mira de grandes cadenas inversoras. Grecia está en venta y la veda está abierta.



En 1884-1885 tuvo lugar la Conferencia de Berlín. Las potencias internacionales (Alemania, Bélgica, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia, Países Bajos, Portugal, España…) se reunieron para repartirse con total impunidad el continente africano. El colonialismo daba paso a una forma superior de expolio, el imperialismo. En menos de treinta años el continente africano fue invadido y esquilmado. Grecia, la nueva África de nuestros tiempos, está acechada por los imperialistas del siglo XXI.



En segundo lugar, la huida de centenares de miles de refugiados afganos, kurdos, iraquíes o sirios, en su mayoría, que intentan salvar sus vidas entrando por el este de Europa. La guerra civil en Siria comenzó de manera oficial en el año 2011. Después de las calamidades humanas y las complicaciones políticas que encontramos en cualquier conflicto bélico, se ha desatado (al menos en los medios de comunicación) una “avalancha” de inmigrantes. El recibimiento de la democrática Europa por Hungría y Macedonia ante este drama humanitario, consiste en levantar muros y concertinas para impedirles el paso, y en agruparlos en improvisados campos de concentración.




En 1939 tuvo lugar el exilio masivo de republicanos españoles por los Pirineos, camino de la democrática Francia. El recibimiento fue tan lamentable como el que observamos en el presente con sirios, kurdos, etc. Hacinados en campos de concentración sin las más mínimas condiciones higiénicas, como retrató Robert Capa, se apagaron las pocas esperanzas de aquellos que huían del fascismo franquista. Además, la opinión pública francesa, observaba a los exiliados como un grave problema de seguridad y salud pública. Eran vistos como una carga indeseable, no como hombres, mujeres y niños que escapaban de la barbarie en un intento desesperado en busca de una vida mejor.




La historia se repite por el mismo motivo: la falta de empatía. La oligarquía que siempre maneja los hilos nos impide desarrollar el humanitarismo necesario para cooperar en busca de la utopía, aquella que contempla a cualquier ser humano en igualdad de condiciones.

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