Por Miguel Ángel Viso Camenforte
Se acerca uno de los grandes
momentos del consumo anual. Pero este año, como los últimos, el consumo de la
mayoría no será elevado. Habrá que escatimar en regalos porque no hay guita y
la cuesta de enero se antoja un Everest. Muchas familias volverán a juntarse y
precisamente el capital, o más bien la ausencia de este, será uno de los temas
de conversación. Probablemente, en numerosos hogares se regalará “El capital
del siglo XXI” de Thomas Piketty.
Este economista francés,
socialdemócrata nada radical, está dando mucho de hablar con su obra. Los
medios de comunicación neoliberales no tardarán en acusarlo de comunista,
populista y demagogo. ¿Saben por qué? Porque Piketty asegura que tras la caída
del muro de Berlín y del socialismo soviético, el libre mercado fue el
encargado de llevar a cabo la globalización, sin embargo, él apuesta por repensar los límites del mercado.[i]
“¡¿Cómo se atreve?!” Gritarán unos. “¡Maldito rojo!” Asegurarán otros. Y será
triste, muy triste para la izquierda, que el nuevo Keynes sea acusado de
radical.
Thomas Piketty propone acabar con la austeridad europea, desarrollar la Europa política, unificar la fiscalidad en la zona euro e invertir en educación e innovación. Parece obvio que no pretende destruir el capitalismo, tan solo dotarlo de herramientas que reduzcan las desigualdades y reviertan en un progreso global. Para llegar a esta situación no puedo dejar de preguntarme una cuestión, ¿a dónde fueron los partidos socialdemócratas en los últimos 30 años?
Esta famosa viñeta de la
Revolución Francesa vuelve a cobrar sentido. Entonces el tercer estado
(burgueses, artesanos, campesinos…), sostenían con sus impuestos los
privilegios de la nobleza y el clero. Ahora, los trabajadores contribuyen al
fisco con elevados impuestos al tiempo que las grandes empresas y fortunas
disfrutan de privilegios fiscales (impuesto de sociedades, paraísos fiscales,
etc.). Parece que la hora de confluir para cambiar las reglas y volver al juego
de pelota en Asamblea Nacional ha llegado. Las cenas de Navidad servirán de
sondeo para ver hasta dónde estamos dispuestos a ceder y exigir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario