Por Rosa Tribaldos Soriano
De un tiempo a esta parte, y ante la situación que atraviesa nuestro país, vengo preguntándome sobre la funcionalidad de la Historia en la actualidad, carrera que realicé hace cinco años y a la cual me sigo dedicando, a pesar de los numerosos inconvenientes no solo burocráticos, administrativos e institucionales, sino también porque hay mucha gente que no comprende su utilidad y se dedican a desprestigiarla.
Siempre me dijeron, como a muchos de mis compañeros y compañeras, que era una carrera “sin futuro”, que “no servía para nada”. Sin embargo, todos los días en la televisión y demás medios de comunicación se realizan numerosas referencias históricas. Es obvio, puesto que toda la situación actual económica, política o, incluso, las circunstancias en las que se encuentran las mujeres (diferencia salarial respecto a los hombres, violencia de género, etc.), provienen de momentos y decisiones anteriores que merecen ser analizadas, en mi opinión, para poder dar posibles soluciones o, al menos, llevar a cabo ciertas mejoras en multitud de escenarios.
Últimamente, a través de las redes sociales, estoy leyendo toda una serie de comentarios y reflexiones sobre precisamente la Historia, más concretamente sobre la Memoria Histórica, sobre los que no estoy de acuerdo. Tras un tiempo de silencio, creo que tengo la obligación de hablar y contestar a todas aquellas personas que desprestigian no sólo mi carrera sino que tiran por tierra la memoria de muchísima gente que dio su vida por nuestro país y que, sin embargo, todavía no han tenido el homenaje merecido. En dichos foros, se leen expresiones del tipo: “a cuento de qué vamos a remover la mierda cuando la mayoría de la gente que protagonizó ese momento de la historia están ya bajo tierra?” o también “condenar sólo a los de un bando es muy injusto, pues también hubo izquierdistas que violaron a monjas, torturaron a gente porque pensaba distinto a ellos, fusilaron, etc. Y la memoria de esas personas qué?”
Evidentemente, nadie está diciendo lo contrario, ni seré yo la que defienda ese tipo de cuestiones de violaciones o torturas, cosa que por otra parte nunca me enseñaron en la carrera. Sin embargo, lo que sí está totalmente claro, y cada día lo vemos en las noticias, es que el “bando nacional” tuvo cerca de 40 años para darle digna sepultura a sus “héroes” y pudieron resarcirse de lo ocurrido, incluso, en la actualidad, podemos ver homenajes a la División Azul o mantener nombres franquistas en determinadas calles en varias ciudades españolas. Me gustaría recordar que, según la Asociación Jueces para la Democracia, en nuestro país existen todavía más de 114.000 desaparecidos, siendo España el segundo país del mundo, tras Camboya, con mayor número de personas víctimas de desapariciones forzadas, cuyos restos no han sido recuperados ni identificados. ¿Qué ocurre con sus familias? Nada.
Si tan poco vale la Historia, si no sirve ni aporta nada, ¿por qué todo el mundo se cree con derecho para opinar sobre la misma, creyendo que tienen la verdad absoluta por haber leído un libro de César Vidal? Y lo mejor de todo, estos comentarios procedentes de mi propia familia y determinadas amistades, son aquellos que no dejan de repetir que mi carrera no sirve para nada, se dedican a estar en su casa sin hacer absolutamente nada por este país y a dar lecciones de ética, moral e historia. Al menos mi conciencia se quedará tranquila de saber que podré enseñarle a sus hijos e hijas que Federico García Lorca no murió en su cama enfermo...
Historiadores e historiadoras del mundo…uníos!! Es nuestra hora…
No hay comentarios:
Publicar un comentario