Más allá del terrorismo

Por Miguel Ángel Viso 

Los terribles y lamentables atentados de París han levantado una ola de rechazo totalmente lógico. Pero, conforme comparto el dolor de esta canallada, no puedo ni quiero caer en la indignación simplista que aparece en todos los medios. Generalizar tiene su lado positivo, ya que se pueden dar explicaciones fáciles de entender. Pero tiene una parte cruel e injusta, la de meter a todos a en el mismo saco.

No comparto ninguna religión, soy ateo y las considero un lastre para el desarrollo social. Pero dentro de cualquier religión coexisten diversas ramas de pensamiento y, en este caso, el Islam no es ninguna excepción. Los hay tolerantes, pacíficos, respetuosos y tristemente también radicales violentos, terroristas capaces de matar por unas caricaturas irónicas, incluso monstruos que pretenden extender su modelo de sociedad inhumana hasta antiguas fronteras imperiales.

En Occidente, sobre todo EEUU, somos líderes en crear nuestros propios enemigos. Los talibanes apoyados y armados en Afganistán o los “Huseines” de los años ochenta, nos recuerdan los últimos sucesos. No hace mucho, en Libia por su petróleo y en Siria por geo-estrategia, se apoyó y armó a los nuevos monstruos. La propia Francia, siguiendo servilmente los dictados de EEUU tuvo un papel destacado en la promoción de los extremistas sirios. Pero en 2012-2013 todos los medios de comunicación los consideraban “rebeldes” a regímenes dictatoriales, aunque circulasen videos de estos “libertadores” comiéndose el corazón de sus víctimas. Con esto no defiendo, ni loco, las políticas de Gadafi o al-Asad.

Otro de los aspectos más llamativos es el grado de compasión. Me parecen admirables los actos de apoyo al pueblo francés por las 17 víctimas de estos brutales atentados. Pero no hace ni un año en la costa de Ceuta una docena de africanos perdían la vida ante los “disparos disuasorios” de la guardia civil y, que yo recuerde, no hubo ninguna oleada de solidaridad. ¿Acaso hay vidas más valiosas que otras? Lamentablemente sí y es algo que va más allá del racismo, es clasismo. La compasión se desata cuando los náufragos van en avión, o cuando una catástrofe natural, un atentado terrorista o una epidemia devastan vidas. Pero si intentan saltar la valla es preferible que mueran antes de llegar.

También me sorprende la defensa a ultranza en España que se hace de la libertad de expresión por el atentado de la publicación Charlie Hebdo. ¿Y las multas y presiones al Jueves por sus “polémicas” e irónicas portadas? ¿Y la reciente “Ley Mordaza” aprobada en el parlamento? ¿Y las penas por el uso de las redes sociales? ¿Y la persecución ante parodias políticas? ¿Y los burdos y miopes halagos del gobierno a la “mayoría silenciosa”? Nos quieren calladitos y obedientes. Ahora utilizan la barbarie terrorista para amedrentarnos y dejarnos conformes con sus recortes porque lo primordial es la seguridad, no la libertad. Ahora debemos estar temerosos del radicalismo islámico para que el neoliberalismo radical que permite la muerte diaria de doce enfermos por Hepatitis C en España, campe a sus anchas y revalide en las urnas a los partidos de la oligarquía.


Espero que los pueblos europeos, empezando por el sur, no lo permitamos y seamos capaces de cambiar el rumbo cortando los hilos de las manos que desde la sombra de los paraísos fiscales nos manejan a su antojo.





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