Por Eduardo Bueno Vergara
Víctima de una conspiración. Crucificada, muerta y sepultada. Resucitada al tercer día. Ave fénix renacida de sus cenizas. Esa es la imagen que la nueva estrella mediática de Tele 5, la ex alcaldesa Sonia Castedo, quiere proyectar ante “la audiencia”. No es algo nuevo. Perfilarse como víctima de una difusa conspiración es más viejo que mear en la pared. A cada nuevo caso de corrupción que se destapa, los imputados no tardan en hablar de “causa general contra mí/mi partido”. Nada nuevo bajo el sol.
Víctima de una conspiración. Crucificada, muerta y sepultada. Resucitada al tercer día. Ave fénix renacida de sus cenizas. Esa es la imagen que la nueva estrella mediática de Tele 5, la ex alcaldesa Sonia Castedo, quiere proyectar ante “la audiencia”. No es algo nuevo. Perfilarse como víctima de una difusa conspiración es más viejo que mear en la pared. A cada nuevo caso de corrupción que se destapa, los imputados no tardan en hablar de “causa general contra mí/mi partido”. Nada nuevo bajo el sol.
Evidentemente, nadie ha
tramado nada contra Sonia Castedo, por mucho que la nueva tertuliana estrella
hiciera pucheros en directo apelando a sus hijas. La policía, a través de las
grabaciones telefónicas, ha encontrado indicios de que la alcaldesa habría
podido cometer delitos de cohecho, tráfico de influencias y revelación de
información privilegiada. El juez, atendiendo a esto, la ha imputado. Es decir:
policía y juez.
Ahora bien, en su plácida
entrevista nocturna en el programa Un
tiempo nuevo, apuntó algunas cosas a las que sí debemos dar credibilidad.
La primera es que pidió a Ortiz puestos de trabajo para personas cercanas a
ella porque, según reconoció muy ufana “eso se hace en la TV, en la Universidad
y en todos lados”. Pues sí, sobre todo en uno, en el mundo de la Mafia: “yo te hago
un favor y tú colocas a mi sobrino en tu empresa”. Eso es del capítulo 1 de Los soprano. Esa es su idea de la
democracia: muy esclarecedor.
También creo a Castedo
cuando afirmó que, como norma, aceptaba regalos del empresario. Lo justificaba
también porque era algo habitual. Claro, los amigos nos regalamos viajes en
yates, jets privados y fiestas de fin de año en Andorra. Los amigos que somos
alcaldes de una ciudad y empresarios de la construcción que podemos dar
pelotazos inmobiliarios millonarios gracias a la colaboración del consistorio. Todo
muy normal, sí… los cojones!
Por último, afirmaba la nueva
estrella mediática que no se lucró con los presuntos favores realizados a
Enrique Ortiz. También le doy credibilidad. Es verdad, la policía no ha
encontrado pruebas de enriquecimiento de Castedo. Hasta donde sabemos, no hay ingresos
y gastos sospechosos, ni tampoco cuentas en paraísos fiscales. Castedo no se ha
forrado a cuenta de sus presuntos delitos.
Significa esto que es
inocente? Ni de coña. La inocencia o culpabilidad la dictaminará la justicia.
Pero una cosa está clara: no hace falta enriquecerse para ser corrupta. De unos
años a esta parte, los políticos del PP y PSOE en Alicante, no han sido
representantes de la ciudadanía, sino cortesanos de quien realmente mandaba,
Enrique Ortiz. Basta con echar un vistazo al programa La Sexta Columna, el capítulo
titulado Sonia
y Castedo y el constructor insaciable para comprobar hasta qué
punto era el constructor quien manejaba los hilos del Ayuntamiento (o, como
dicen algunos, el Hay-untamiento).
El pago por los servicios
prestados no tenía por qué ser dinero. El poder es mucho más atractivo que el
dinero y más teniendo en cuenta que el salario
de la regidora como diputada autonómica era de 56.000 € al año, al
margen de la asistencia a los plenos municipales y las retribuciones en los
consejos de administración de los que formaba parte. Pero como digo, existe
otro tipo de poder al margen del económico. Es el de estar presente en las
procesiones de semana santa, de acompañar a la bellea cuando se inicia la
mascletá, de pasear su vara de alcaldesa por las calles del barrio el día de
San Nicolás, el poder de tener un asiento principal en el palco del Rico Pérez
y el de preceder al resto de mortales durante la peregrinación a la Santa Faz. Baños
de multitudes y baños en Luceros cuando el Hércules conseguía algún éxito. La primera
alicantina, la alcaldesa del pueblo. Rodeada por doquier de palmeros
agradecidos, era una estupenda manera de colmar un ego injustamente
sobredimensionado. Hay quien dice que se le debe reconocer su cercanía con la
gente de Alicante, pero por mucho que lo intento, no logro ver el mérito de
estar permanentemente de fiesta a costa del dinero público.
Ortiz, el rey midas de la
corrupción y su corte de políticos pusilánimes. Esa es la historia de los
últimos 20 años de la ciudad de Alicante, una verdadera historia de amor. Mientras
se producían esas vergonzosas llamaditas entre el empresario y los supuestos representantes
ciudadanos, la ciudad languidecía sin un proyecto. De pelotazo en pelotazo, de expolio
en expolio, de ocurrencia en ocurrencia.
No son cuestiones éticas, ni
estéticas. No son los modales, las formas, o eso que los cursis llaman
“políticamente correcto”. Es el desprecio por la ciudadanía. Es la compra de
voluntades. Es la corrupción institucionalizada como forma de gobierno, y ahora
llega a nuestras casas de manera televisada.
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