Yo de mayor...
Por Ana Martínez Marco
Yo de pequeña quería ser muchas cosas de mayor. A finales de los 80, la idea de ir por las calles con un cubo y una escoba pegando posters de conciertos en las paredes era lo que más me gustaba. “Cariño, eso no es una profesión”, se reían en casa, así que lo que más me gustaba después de “eso” era ser seño -y en mi casa también. Durante los 90 descubrí un amplio abanico de profesiones y quise ser desde médico hasta astronauta, pasando por Spice Girl. Cantante, bombero, veterinario, nadadora –de sincronizada- … eran trabajos taaaan guays, que escoger uno sería difícil. Fueron los años y el desarrollo, adecuado o nulo, de determinadas capacidades los que acotaron mis ambiciones profesionales y me hicieron decantarme por trabajos más factibles para mí como profesora de matemáticas, periodista, psicóloga, abogada... ¿Abogada? Ah, ¡sí! Porque adoraba a ¡Ally McBeal! No pasarán años suficientes para que desarrolle adecuadamente el reconocimiento de mis habilidades y saber que es mejor no cantar en público. Bueno, a lo que iba, a punto de empezar Bachiller, ya en el nuevo milenio, seguía dando igual la profesión a la que quisiera dedicarme el resto de mi vida porque el caso era –desde los 80- : “SI-ES-TU-DIAS-MU-CHO...”, de mayor, “...SE-RÁS-LO-QUE-TÚ-QUIE-RAS-”.
Yo de pequeña quería ser muchas cosas de mayor. A finales de los 80, la idea de ir por las calles con un cubo y una escoba pegando posters de conciertos en las paredes era lo que más me gustaba. “Cariño, eso no es una profesión”, se reían en casa, así que lo que más me gustaba después de “eso” era ser seño -y en mi casa también. Durante los 90 descubrí un amplio abanico de profesiones y quise ser desde médico hasta astronauta, pasando por Spice Girl. Cantante, bombero, veterinario, nadadora –de sincronizada- … eran trabajos taaaan guays, que escoger uno sería difícil. Fueron los años y el desarrollo, adecuado o nulo, de determinadas capacidades los que acotaron mis ambiciones profesionales y me hicieron decantarme por trabajos más factibles para mí como profesora de matemáticas, periodista, psicóloga, abogada... ¿Abogada? Ah, ¡sí! Porque adoraba a ¡Ally McBeal! No pasarán años suficientes para que desarrolle adecuadamente el reconocimiento de mis habilidades y saber que es mejor no cantar en público. Bueno, a lo que iba, a punto de empezar Bachiller, ya en el nuevo milenio, seguía dando igual la profesión a la que quisiera dedicarme el resto de mi vida porque el caso era –desde los 80- : “SI-ES-TU-DIAS-MU-CHO...”, de mayor, “...SE-RÁS-LO-QUE-TÚ-QUIE-RAS-”.
Estudiar mucho, qué frase. ¿Por qué se
pondría de moda? La repetía papá, mamá, la abuela, la seño, el profe... ¡to quisqui! Quizá la abuela insistía
porque ella aprendió a leer con 60 años,
ya que cuando tenía 6 cuidaba de dos niños más pequeños y una cabra. Lo
que vino después: servir. A mi padre, sin embargo, que fue al cole desde
siempre, nunca le gustó porque cuando se portaba mal le estiraban de la patilla
o le daban un bofetón. Así que mi abuelo no tardó en plantearle el célebre:
“Tú, ¿qué quieres! ¿Estudiar o trabajar?”. Y como en aquella época no se
estilaban los ninis, a la fábrica que se fue con 14 años. De ahí me
viene la sospecha de que la popularidad del “estudia mucho” se debió a la
relación entre el pasado académico y el futuro laboral de las personas de
nuestro entorno. Era algo así como una simplificación de “Estudia mucho, como
tu seño, y vivirás mejor que yo, que
no lo hice o que no pude”.
El traficante de sueños: entrevista al escritor angoleño José Eduardo Agualusa
Por Dulcinea Tomás Cámara
El portugués fue la primera lengua europea en arribar a un continente donde nació el primer idioma del mundo: a lo mejor por eso, la tierra donde se contó la primera historia y se entonó el primer verso nos cautiva cada vez con más destreza, fractura el astrolabio de las narrativas que navegan las rutas ordenadas, y nos ofrece, a cambio de estallar cada vez más fuerte y quemarnos el cielo de las cartas celestes, convertirse en una de las literaturas más potentes de los últimos tiempos. Y aunque la literatura lusófona no disfrute exactamente de la misma difusión editorial ni del mismo éxito comercial que sus homólogas francófonas y anglófonas –ni mencionaré la literatura hispanoafricana que se queda sistemáticamente fuera de toda liga– Angola se escapa cada vez mejor de esta tendencia hacia la minorización.
El portugués fue la primera lengua europea en arribar a un continente donde nació el primer idioma del mundo: a lo mejor por eso, la tierra donde se contó la primera historia y se entonó el primer verso nos cautiva cada vez con más destreza, fractura el astrolabio de las narrativas que navegan las rutas ordenadas, y nos ofrece, a cambio de estallar cada vez más fuerte y quemarnos el cielo de las cartas celestes, convertirse en una de las literaturas más potentes de los últimos tiempos. Y aunque la literatura lusófona no disfrute exactamente de la misma difusión editorial ni del mismo éxito comercial que sus homólogas francófonas y anglófonas –ni mencionaré la literatura hispanoafricana que se queda sistemáticamente fuera de toda liga– Angola se escapa cada vez mejor de esta tendencia hacia la minorización.
Angola
funciona tempranamente como un país de grandes plumas, y cuyo nacimiento
literario lo desfila el siglo diecinueve con precursores como Joaquim Dias
Cordeiro da Matta (1857-94), y más tarde con el «asimilado»[1]
africano António de Assis Júnior (1887-1960). Incluso la modernidad se abre
conservadora y rebelde, y encontramos a Fernando Castro Soromenho (1919-1968)
que sería censurado por las autoridades coloniales debido a su creciente
protesta narrativa contra el régimen portugués en Angola, acarreándole unos posteriores
exilios francés y brasileño. Y tristemente, este evento casi anecdótico en un
funcionario que maduró con dolor desde una mirada exótica y una escritura
colonial hacia un carísimo despertar de conciencia, podría ser interpretado
como un trágico vaticinio. Y es que ya puesta en marcha la revista literaria Mensagem en 1951 (año en que Agostinho
Neto, poeta y primer presidente electo de Angola en el año 1975, será
encarcelado), algunos integrantes del grupo multiétnico de Nuevos Intelectuales
de Angola en Luanda volvieron a pagar el impuesto de la conciencia: el brillante
José Luandino Vieira, tildado de terrorista por el régimen de Salazar y
riguroso cumplidor de luto por su activismo político contra la actividad
colonial, fue prisionero durante once años del campo de concentración de Tarrafal,
en la isla caboverdiana de Santiago. Un Luandino encarcelado (a lo mejor
también) por el desafío político que implicaba vestir de poesía y trenzar con ternura
el pelo enredado y tumultuoso del inframundo de la miseria y de la injusticia,
entre mandiocas que tiemblan frente a una tormenta que canta canciones de agua
sobre chapas de zinc. Y que como nadie, escribió el hambre que llega hasta la
mica clavada en los pies desnudos, un estómago que sueña, también, y que sólo se
puede engañar hirviendo dalias y raíces de flores que denuncian la derrota de
los higos, entre niños sin trabajo y abuelas que combaten la pobreza con la
blancura imposible de sus delantales. Y así llega Angola hasta la generación
más joven con Ondjaki a la cabeza, que tan prolífico como precoz, nos inquieta
las tardes con relatos que van desde la suspensión del tiempo hasta el recuerdo
de guerras en las que todos querríamos perder algo.
La literatura
angoleña tiene esas cosas: se queda un poquito fuera de la Historia y se apoya
como un viajante adormilado en el hombro de una mitología de musseques, tan ricos en su miseria como orgullosos
de una nostalgia imprecisa que siempre se guarda bajo llave en una casa
construida con cartón y pintada con anhelos. Y es que en cierta manera, todos
sus escritores siembran el cultivo feroz de las éstorias, género acuñado por el brasileño Guimarães Rosa y
felizmente deformado por la oralidad y la interferencia del quimbundu por Luandino,
también utilizado por Ondjaki, e incluso por el gran escritor mozambiqueño Mia Couto,
autor con el que José Eduardo Agualusa ha escrito dos obras de teatro, Chovem amores na Rua do Matador y A Caixa Preta, y cuya amistad vecina me
recuerda a ese juego estival en el que se arañaban las rodillas Bioy y Borges
como niños solemnes en los veranos abrumadores de Buenos Aires. Siempre he
querido imaginar aquellas veladas de cerveza tibia y de luciérnagas: las de
Agualusa y Couto digo (las de Bioy y Borges se ahogan en la enciclopedia y en el
sánscrito, en copas de brandy. Y me obligan asustada, a una ceremonia repleta
de espejos, y de laberintos, de cuellos de mujer almidonados. De minotauros). A
José Eduardo –no sé por qué– me lo imagino mejor.
Nacido en 1960
en Huambo (Angola), José Eduardo Agualusa se erige como uno de los mejores
escritores angoleños del panorama lusófono (y africano) actual. Con una amplia
trayectoria literaria que ha desembocado en traducciones a veinticinco idiomas,
Agualusa es responsable, entre otras obras superlativas, de El vendedor de pasados (2004). Una
novela teñida de una verdadera filosofía literaria, y revestida de escondites y
alusiones, en la que el narrador no es ni más ni menos que un camaleón en el
que se ha reencarnado el escritor argentino Jorge Luis Borges (camuflado como
siempre, como cuando era humano) que nos cuenta la historia de Félix Ventura,
un albino que vende pasados ilustres a la nueva burguesía bessangana, adinerada pero sin una genealogía que sostenga con el
peso de los mitos nacionales, la vulgaridad de su fortuna. Y aunque así lee su
tarjeta de visita –«Garantice a sus hijos un pasado mejor»– Félix Ventura se
niega a ser considerado un falsificador: él inventa sueños, siendo a su vez que
esta novela recurre obsesivamente tanto a éstos (en los que finalmente no
sabemos si es el camaleón el que sueña con Ventura o al revés), como a los
pasados desfigurados por la violencia de sus protagonistas, al borgeano motivo
del doble, incluso del triple. A los retratos que reflejan como espejos: porque
éstos también son retratos, a su manera y según quién se anime a su abismo.
Para el lector de Borges, Félix es un Funes (re)memorializante en una casa
llena de verdades y mentiras que respira, una nave llena de voces, enamorada de
palabras antiguas. Así llegará a su puerta un hombre blanco en busca de una
genealogía africana. Y será a partir de las invenciones de Félix Ventura que su
misterioso cliente, rebautizado por Félix como José Buchmann, comenzará la
búsqueda furtiva de sus falsos antepasados.
-En sus novelas existe una tendencia a la
revalorización absoluta de los sueños: uno de sus personajes en Las mujeres de mi padre (2007) dirá «Los
sueños deben ser tomados en serio. No hay nada tan verdadero que no merezca ser
inventado», y el protagonista de El
vendedor de pasados (2004) se arroga el papel de inventor de sueños frente
a las trampas de la Verdad. ¿Cuál es su opinión respecto del poder de los sueños/la
ficción en la contemporaneidad, frente a las ficciones del Poder/oficiales?
-No creo en verdades absolutas, me
interesan todas las versiones. La ficción, al no estar comprometida con la
verdad, puede ayudarnos a mirar el mundo desde una nueva perspectiva y
descubrir así otras versiones. La principal diferencia entre regímenes
democráticos y regímenes totalitarios tal vez resida en eso: los regímenes
totalitarios defienden la existencia de una única verdad, de una única versión,
anulando todas las otras.
-¿Hasta qué punto las «ficciones» literarias
(teóricamente inocuas) son contradiscursos desestabilizadores para el statu quo? ¿Cree que el autor africano
ha sido, y aún es, un personaje especialmente incómodo para las fuerzas
políticas hegemónicas? En sus palabras, ¿cuál es la relación entre las
«verdades pérfidas» y las «mentiras benévolas»?
-Creo que si un escritor es sincero, que es la única
manera de ser un buen escritor, siempre va a perturbar. Un buen libro es aquel
que perturba, aquel que hace pensar, y no hay nada que incomode más al statu
quo que el pensamiento. En un régimen totalitario un escritor molesta, porque
su trabajo lleva al debate. En el caso de Angola molesta, pero no tanto, porque
poca gente lee libros. Los regímenes totalitarios aprecian el analfabetismo.
-Otro punto interesante en su narrativa es el juego
intertextual que se emprende con la literatura latinoamericana. ¿Cree que las
condiciones sociopolíticas, históricas y culturales presentes y compartidas en
ese diálogo «Sur-Sur» han generado una sensibilidad específica que permite
entablar una suerte de hospitalidad poética entre ambos continentes?
-Luanda, la capital de Angola, surgió
hace quinientos años como parte de ese diálogo, a pesar de ser, en aquella
época, un diálogo perverso basado en el tráfico negrero. Lo cierto es que,
durante cuatrocientos años, Luanda va a contribuir en la formación de Brasil y
de otras naciones latinoamericanas (deberíamos decir naciones afrolatinoamericanas)
pero también será transformada por ellas. Luanda, como Benguela y otras
ciudades del litoral de Angola, es hoy, en gran medida, un territorio afrolatino.
Eso no ocurre en el interior del país.
-El motivo del doble, de los espejos, del amor como
algo producto del desconocimiento más que del conocimiento, del juego como algo
sagrado y significativo… ¿Hasta qué punto la obra de Borges o de Cortázar han
influido en su obra?
-Ambos fueron importantes en mi
formación. «El vendedor de pasados» es directamente un homenaje a Borges. A mí
siempre me interesó mucho más el absurdo –la intrusión del absurdo en la
realidad– que lo fantástico.
-¿La belleza es una condición objetiva o un
fenómeno?
-La belleza, como decía mi abuela, está en los ojos de
quien mira; como escribió Breton: «La belleza será convulsiva o no será». Me
gusta particularmente esta idea.
-¿Se considera un escritor africano? ¿Hasta qué
punto todo escritor africano está abocado a ser un «vendedor de pasados» frente
a los pasados que han vendido los gobernantes africanos en la construcción de
una mitología nacionalista y un orden neocolonial?
-Soy un ciudadano angoleño que
escribe y que vive de aquello que escribe, no tengo otro oficio. Como he dicho
antes, creo que el papel del escritor es dar a conocer otras versiones, es promover el debate. Contestar a las versiones
oficiales o dominantes es parte de ese trabajo.
-¿Qué papel considera que juega la literatura
africana en la actualidad? ¿Cómo ve el futuro de las letras africanas en el
contexto literario actual?
-La literatura africana puede servir
para mostrar al mundo otra cara de África, más allá de aquel que Occidente y
las potencias coloniales construyeron. Internamente, puede servir para promover
el debate. En cualquier caso servirá para hacer pensar.
Para generar un escritor es
necesario, en primer lugar, generar lectores, millones de lectores. En nuestros
países todavía se lee poco. El gran desafío es alfabetizar a todas las
poblaciones africanas, crear redes de bibliotecas públicas y de buenas
librerías. Sólo entonces podremos tener escritores que sean capaces de
transformar en literatura las múltiples historias, los numerosos dramas, que
andan por las calles. A pesar de esto, la verdad es que en los últimos años han
ido surgiendo algunos escritores africanos con capacidad de reafirmarse
internacionalmente, sobre todo nigerianos. Son jóvenes cosmopolitas y
sofisticados. Parecen del todo diferentes de la primera generación de
escritores africanos, y tienen de particular el desapego a las tradiciones. O,
mejor dicho, no parecen vivir como sus abuelos el falso dilema del
enfrentamiento entre tradición y modernidad. Se trata de una generación postnacionalista:
por un lado están más preocupados por reafirmarse como escritores que de
reafirmarse como africanos; por otro son buenos burladores de fronteras,
estando en su salsa tanto en Lagos como en Londres o Nueva York. Las obras que
producen reflejan esa sofisticación y mundivivencia y, debido a ello, responden
a cuestionamientos que bien puede experimentar
un joven nigeriano o bien cualquier habitante de Londres, Madrid o
Lisboa a día de hoy.
(No sé exactamente por qué, pero Agualusa es de esos magos, que sin
revelarnos una sola puntada torcida en el pañuelo donde envuelve con afecto a sus
trampas, nos enseña a imaginar la magia, que siempre es invisible. Como los cacimbos o inviernos tropicales, un truco
de los angoleños más tenaces que se empeñan en querer estaciones, a las que esperan
y reciben con una bufanda que respira el perfume de otro hemisferio. Y es que
para ellos es tan real como la nieve: como dice José Eduardo, la verdad no es
más que una superstición).
Traducción del
portugués: Álvaro Alconada Romero
Publicado originalmente en la Revista Guin Guin Bali
Publicado originalmente en la Revista Guin Guin Bali
Y otras notas que podrían interesar de la misma autora, también en Guin Guin Bali:
Letras libertarias
Por Berta Echániz Martínez
Para quienes prefieren aprender que enseñar, para quienes aprenden que enseñando nunca dejan de aprender, para quienes enseñan soñando y aprenden jugando, para quienes queremos aprender a ser espíritus libres y rebeldes, preguntones y juguetones, soñadores, traviesos, creadores, curiosos, valientes, críticos, enamoradizos… para ellas y ellos, os deseamos un comienzo de curso encarnadamente perruno!!!
Para quienes prefieren aprender que enseñar, para quienes aprenden que enseñando nunca dejan de aprender, para quienes enseñan soñando y aprenden jugando, para quienes queremos aprender a ser espíritus libres y rebeldes, preguntones y juguetones, soñadores, traviesos, creadores, curiosos, valientes, críticos, enamoradizos… para ellas y ellos, os deseamos un comienzo de curso encarnadamente perruno!!!
El homenaje a los valientes
Por Miguel Ángel Viso Camenforte
El pasado 25 de agosto se celebró en París el setenta aniversario de la liberación de la capital gala contra la ocupación nazi. En el acto se homenajeó a los republicanos españoles que contribuyeron a liberar Francia. Sin duda, un reconocimiento más que merecido por la valentía de aquellos hombres que salieron por la frontera de los Pirineos derrotados por el bando nacional franquista en la Guerra Civil Española (1936-1939). La democracia francesa no se portó bien con los republicanos españoles por dos motivos. Primero, porque durante la contienda española no mostró apoyo al bando republicano, el bando que defendía la democracia y el progreso ante los poderes tradicionales, conservadores y autoritarios que, por su parte, sí tuvieron el apoyo decisivo de los dictadores fascistas Mussolini y Hitler. Y segundo, porque los campos de refugiados franceses para exiliados republicanos españoles no reunían unas condiciones de vida digna. El prestigioso fotógrafo Robert Capa visitó uno de estos campos de la costa y dejó constancia de su insalubridad.[1]
El pasado 25 de agosto se celebró en París el setenta aniversario de la liberación de la capital gala contra la ocupación nazi. En el acto se homenajeó a los republicanos españoles que contribuyeron a liberar Francia. Sin duda, un reconocimiento más que merecido por la valentía de aquellos hombres que salieron por la frontera de los Pirineos derrotados por el bando nacional franquista en la Guerra Civil Española (1936-1939). La democracia francesa no se portó bien con los republicanos españoles por dos motivos. Primero, porque durante la contienda española no mostró apoyo al bando republicano, el bando que defendía la democracia y el progreso ante los poderes tradicionales, conservadores y autoritarios que, por su parte, sí tuvieron el apoyo decisivo de los dictadores fascistas Mussolini y Hitler. Y segundo, porque los campos de refugiados franceses para exiliados republicanos españoles no reunían unas condiciones de vida digna. El prestigioso fotógrafo Robert Capa visitó uno de estos campos de la costa y dejó constancia de su insalubridad.[1]
Sin
embargo, la inminente entrada francesa en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)
permitió a aquellos defensores de la II República española, enrolarse en el
frente ante las aspiraciones autoritarias que intentaban conquistar Europa. El
valor y la moral gobernaban aquellos espíritus, capaces de enfrentarse en
cualquier lugar del mundo al fascismo para defender la democracia. El 25 de
agosto de 1944 entraba triunfal en París La Nueve, la compañía que
formaba parte de la II División Blindada del General Leclerc, repleta de
republicanos españoles.[2]
En
España se hace difícil homenajear a aquellos que murieron por la democracia.
Cada acto en recuerdo de los republicanos termina con pintadas fascistas y,
peor aún, la opinión de una gran parte de la ciudadanía es la de no apoyar
estos actos para no reabrir las heridas del pasado. Este es el discurso oficial
del gobierno turnista que padecemos (y más si el Partido Popular está en el
poder). Es lógico porque los padres ideológicos de este grupo político
pertenecieron al Movimiento Nacional franquista. Por eso chirrían algunas
declaraciones como las del diputado popular Rafael Hernando acusando a los
miembros de la Memoria Histórica de querer lucrarse con subvenciones.[3]
A los herederos del franquismo no les gusta la democracia. Nunca van a aceptar
que el bando republicano sí la defendiera mientras el suyo, el nacional, el de
Franco, la Falange, los requetés... ansiaban la dictadura y la vuelta a la tradición
más rancia.
Lo
crudo del tema es que más de 114.000 republicanos continúan malenterrados en
cunetas y fosas comunes[4].
La recuperación de estos cuerpos serviría para humanizar su recuerdo de cara a
los familiares que podrían darles una despedida digna, y de cara a la sociedad
para rendir cuentas con la Historia en un reconocimiento a los verdaderos
defensores de la democracia en España. Pero parece que la cicatriz seguirá
latiendo y supurando con estos gobernantes que han paralizado cualquier desarrollo
de la ya insuficiente ley del PSOE, incluso han apartado de la vida judicial al
conocido juez Baltasar Garzón por interesarse en este asunto. Ahora la propia
ONU, mediante su Grupo de Trabajo de Desapariciones Forzosas, exige al gobierno
español que aclare para principios de octubre como tiene pensado cumplir con
las recomendaciones que le han sido dadas para abordar la Ley de Memoria
Histórica[5].
Parece evidente que el Gobierno de Rajoy no hará nada al respecto, como viene
siendo habitual, con la intención de dejar pasar el tiempo hasta que se olvide
el asunto.
En el
trasfondo de esta problemática aparece la Transición, ya que en este periodo de
la Historia Española (1975-1982) no se supo, o no se quiso, romper con la
dictadura. De hecho, el propio término “transición” nos habla de pasar de un
estado a otro pero evoca una manera controlada, ¿tal vez atada y bien atada?
Lamentablemente no podemos hablar de este periodo como el de “La Ruptura
Democrática”. Las fuerzas políticas que protagonizaron la Transición no estaban
compensadas. El predominio de fuerzas venidas directamente del franquismo era
muy superior y el papel de la izquierda reivindicativa mínimo, después de 40
años de dictadura fascista, de nacionalcatolicismo, asesinatos políticos,
encarcelaciones, represión, miedo y exilio. Aquello propició que se aceptase un
modelo democrático, el cual, quedó muy lejos de ser una democracia modélica
como viene diciendo desde hace muchos años el profesor Vicenç Navarro[6],
entre otros. La transformación de franquistas en “demócratas de toda la vida”
fue la tónica dominante en los mecanismos de poder estatales, económicos,
culturales y sociales. Se amnistió el recuerdo de la Guerra Civil en
favor de la opinión de no reabrir heridas y pasar página, para no volver a
vivir el horror y la violencia sufrida. En la transformación de un país hacia
la democracia, lo lógico es hablar y discutir a fondo para llegar a acuerdos y
limpiar las heridas, pero la democracia española prefirió (y prefiere) el
silencio y el olvido.
Por
su parte, la Historia siempre nos devuelve a los lugares del pasado. Y nos
interroga con el presente sobre lo sucedido. Y por mucho callar y olvidar que
quieran algunos no se puede ocultar la verdad, aunque duela, aunque reabra
heridas que nunca cicatrizaron del todo. También los absolutistas del siglo XIX
terminaron por sucumbir ante el empuje progresista de los liberales. Esta idea
está en los libros de texto y se ha consolidado como parte del proceso
colectivo nacional, totalmente asimilada. Ya es hora de hacer justicia con la
Guerra Civil y de aceptar de forma generalizada que la II República peleaba por
la democracia, la modernidad y el progreso ante aquellos
autoritarios-absolutistas que adoran la desigualdad entre ricos y pobres, entre
nacionales y extranjeros y, como en nuestros días, entre mujeres y hombres.
Homenajear
abierta y oficialmente a aquellos valientes que murieron en defensa de la
democracia ante las garras del fascismo, supondría un respaldo valioso en la
mejora del actual sistema si pretende llamarse democrático, para marcar
diferencias y condenar unánimemente de una vez por todas el anterior
autoritarismo franquista. Los símbolos contribuyen en el reconocimiento
identitario de los pueblos y sería de justicia revalorizar el intento modernizador
de la II República Española, así como la memoria de aquellos que murieron en su
defensa ante el fascismo.
[1]“Los
campos de concentración franceses y los republicanos españoles.” Unidad
cívica por la república, 21-mayo-2012:“Un infierno sobre la arena: los
hombres allí sobreviven bajo tiendas de fortuna y chozas de paja que ofrecen
una miserable protección contra la arena y el viento. Para coronar todo ello,
no hay agua potable, sino el agua salobre extraída de agujeros cavados en la
arena.”
[2]Agencia
EFE, “La
bandera republicana española ondea por primera vez en el Ayuntamiento de París”,
Público, 25-agosto-2014
[3]BAQUERO,
Juan Miguel, “Historial
de declaraciones polémicas del diputado Hermando (PP)”, eldiario.es,
27-noviembre-2013.
[4]VVAA,
“El
mapa judicial de las fosas del franquismo”, CadenaSer, 14-marzo-2012.
[5]SÁNCHEZ
CASTRILLO, Álvaro, “La
ONU da al Gobierno hasta comienzos de octubre para cumplir la ley de Memoria
Histórica”, infoLibre, 30-julio-2014.
[6]NAVARRO,
Vicenç, “La
transición no fue modélica”, El País, 17-octubre-2000.
Nos mean y los diarios dicen que llueve
Por Virgili Rico García
La formación liderada por Pablo Iglesias, PODEMOS, ha dado un salto espectacular en el panorama político Estatal que no ha dejado indiferente a nadie. Pocos pensaban, si quiera, que fueran capaces de obtener un solo diputado en las últimas elecciones al Parlamento europeo. Sin embargo, el 25 de mayo de 2014, PODEMOS consiguió entrar con fuerza, logrando un resultado que sirvió de escarnio público a las encuestas que únicamente le pronosticaban un diputado y, sobretodo, se convirtió en un duro golpe -al estilo Padre de Familia- para la prensa leal del régimen. Como ejemplo, uno entre tantos, la periodista Isabel Durán se mofó en el programa de debate Más claro Agua de 13TV de un tweet aparecido en la cuenta de twitter de la formación política que decía lo siguiente: “En sólo 5 días vamos a dar un susto a algunos… ¿Cuándo fue la última vez que votaste con ilusión?”. La periodista, con tono burlesco, respondía de esta forma: “¿Cómo interpretar esto? Uhhhh que susto, los prochávez, los demócratas, van a darnos un susto (…)”. Y… el susto llegó, y el miedo, por fin, empezó a cambiar de bando en forma de 1.245.948 votos y cinco diputados –Zas en toda la boca!-. En ese mismo momento comenzaba a hacerse tangible el miedo que producía un nuevo fantasma que recorría nuevamente las tierras de Europa.
La formación liderada por Pablo Iglesias, PODEMOS, ha dado un salto espectacular en el panorama político Estatal que no ha dejado indiferente a nadie. Pocos pensaban, si quiera, que fueran capaces de obtener un solo diputado en las últimas elecciones al Parlamento europeo. Sin embargo, el 25 de mayo de 2014, PODEMOS consiguió entrar con fuerza, logrando un resultado que sirvió de escarnio público a las encuestas que únicamente le pronosticaban un diputado y, sobretodo, se convirtió en un duro golpe -al estilo Padre de Familia- para la prensa leal del régimen. Como ejemplo, uno entre tantos, la periodista Isabel Durán se mofó en el programa de debate Más claro Agua de 13TV de un tweet aparecido en la cuenta de twitter de la formación política que decía lo siguiente: “En sólo 5 días vamos a dar un susto a algunos… ¿Cuándo fue la última vez que votaste con ilusión?”. La periodista, con tono burlesco, respondía de esta forma: “¿Cómo interpretar esto? Uhhhh que susto, los prochávez, los demócratas, van a darnos un susto (…)”. Y… el susto llegó, y el miedo, por fin, empezó a cambiar de bando en forma de 1.245.948 votos y cinco diputados –Zas en toda la boca!-. En ese mismo momento comenzaba a hacerse tangible el miedo que producía un nuevo fantasma que recorría nuevamente las tierras de Europa.
Lo siguiente, una vez el susto convertido en hecho, es promover una dura
campaña periodística que debilite los apoyos conseguidos por PODEMOS en poco
más de cinco meses y en vistas a unas elecciones municipales y nacionales que
tendrán lugar el próximo año, a través de las tan repetidas y aburridas
difamaciones, asociando a importantes figuras de la estructura política de
PODEMOS como Pablo Iglesias, J.C. Monedero e Íñigo Errejón con ETA –Movimiento
Vasco de Liberación según palabras textuales de Aznar, Ansar para los amigos-,
y compararlos con dictadores
–extraños dictadores que diría
Eduardo Galeano- de América Latina como se desprende de las palabras de la ya
mencionada Isabel Durán. Todo esto no es más que una vieja estrategia de
propaganda, heredera de los diecinueve principios elaborados por el ministro de
propaganda e ilustración del III Reich, Joseph Goebbels, quién afirmaba: “Una
mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”. Esto, al
menos, es lo que piensan los propagandistas del gobierno de Rajoy, los mismos
que acusan al gobierno de Maduro de controlar los medios de comunicación en
Venezuela. Gracias a Dios –lo dice un servidor, ateo declarado-, la opinión
pública, después de muchos años viajando por los caminos oscuros de la
ignorancia y el engaño, se convierte precisamente en eso, en opinión, alzando
el vuelo y huyendo lejos de los dominios del pirata que lo mantenía preso de
sus ideas y le hacía repetir una y mil veces sus mentiras, como si de un loro
se tratara. Pero, yo tengo malas noticias que sí son una realidad, y es que
algo está cambiando en las conciencias de los consumidores de información que
ya no resultan tan fáciles de engañar.
En otro orden de cosas, resulta sencillo adivinar el porqué de esta campaña desatada por los grandes monopolios periodísticos.
PODEMOS se convierte en una seria amenaza del Juego de Tronos instaurado en 1977, viendo peligrar la continuidad de los Lannister españoles, es decir,
de aquellos que se apoyan en la casta para salvaguardar sus intereses económicos a costa del sufrimiento del pueblo por medio de reformas encaminadas a destruir los pilares fundamentales en los
que debería sostenerse la Democracia, apoyados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, convertidos en papel mojado por las pseudo democracias occidentales. Pero, ¿qué ganan los periodicuchos en todo esto? Sencillamente, PODEMOS está decidido a contar que se ha encontrado una mosca dentro de una botella de Coca-Cola, eso que los periodistas nunca se han atrevido a publicar en sus portadas por estar en manos de los grandes grupos privados, que en verdad, son los auténticos gobernantes de nuestra democracia, secuestrada al igual que en 1936, con el beneplácito de
la casta política que, de esta manera se reserva un puesto en los consejos de las grandes empresas. El siguiente cuadro, publicado en el diario 20 minutos con
fecha del 21-11-2012, pretende ser una muestra gráfica de mis observaciones:
¿Hay algo en este cuadro que os llame especialmente la atención? No es
ninguna casualidad que todos los cargos políticos puestos en las grandes
empresas salgan de los dos partidos políticos del neoturnismo, alumno aventajado del sistema bipartidista instaurado en los años de la Restauración Borbónica.
Claro, no es de extrañar que los medios de comunicación, financiados por
empresas como Repsol, Telefónica o el Banco Santander, que han visto expropiadas
sus posesiones en Latinoamérica –abogando, al parecer, al derecho de conquista
concedido por el Papa Alejandro VI a los Reyes Católicos- por los gobiernos
demoniacos de Venezuela o Argentina, derrochen fuerzas contra éstos y los
pongan en consonancia con una nueva amenaza surgida en las mismas tierras
metropolitanas como es PODEMOS. De todas maneras, no puedo pasar por alto
ciertos datos que nos proporciona Eduardo Galeano, quien en una conferencia de
2004 en Italia acerca de la figura de Hugo Chávez, “extraño dictador que ganó ocho
elecciones en cinco años y a través de un referéndum, fue el primer presidente
de un gobierno que puso su cargo a disposición del pueblo venezolano, ganando
con un 60% de votos frente a un 40%.” En el Estado Español no podemos decir lo
mismo. El gobierno del PP se presentó a unas elecciones con un programa
electoral no cumplido, y, ahora, tras los ZAS
en toda la boca! propinados por PODEMOS, pretenden a golpe de imposición,
sin contar con el resto de fuerzas representadas en el Congreso de los
diputados aprobar una reforma de la Ley electoral en la que pretenden imponer
la lista más votada con un 40% de los votos. Lo llaman democracia y no lo es.
Afirman que, se trata de una elección directa de los alcaldes, pero esto no es
cierto. Lejos de la realidad impuesta, una elección directa sería posible a
través de listas abiertas. La elección directa no se basa en el voto a una
lista cerrada, pactada previamente por los distintos partidos políticos, sino
en el poder de elección directa de la
persona que queramos confiar nuestro voto, independientemente del lugar que
ocupe en una lista.
Un dato interesante de ver, es el que nos proporciona
el Informe anual sobre Desarrollo Humano, instrumento que nos sirve para medir
el desarrollo social de un país. En 2013, el informe presentaba un nivel de
desarrollo vertical cada vez más rápido –ello indica la prioridad del gobierno
en el bienestar social de su pueblo- en Venezuela desde la llegada de Hugo
Chávez al Palacio de Miraflores en 1999. Mientras, en el país de Españistán, el Instituto Nacional de Estadística saca a la luz unos informes sobre la situación de atropello que
sufre la población con un índice del 22,2% por debajo del umbral de riesgo de
pobreza, un 13,5% de familias con dificultades para llegar a fin de mes, una
tasa de paro del 26,1%, 3,4 millones de viviendas vacías mientras se siguen
desahuciando familias de sus hogares sin importar la edad, salud o nivel de
pobreza. Y siguen afirmando que España va
bien. Con los datos sobre la mesa, sólo me quedan fuerzas para decirles a
los medios de comunicación y la casta
de nuestro Estado: ¿Por qué no se callan.
Cuenta Eduardo Galeano que preguntó a un humilde venezolano: “Y usted, ¿por
qué vota a Chávez?”, la respuesta fue: “Porque no quiero volverme invisible
nunca más.” Esta es precisamente la respuesta que quiero dar en caso de
preguntarme. ¿Y tú? ¿Cuál es tu opinión al respecto? Ya se ha comentado con
anterioridad la escasez de opinión pública existente previamente al surgimiento
de PODEMOS y la situación de crisis generalizada entre la ciudadanía. Es hora
de tomar la partida, de crear conciencia de clase entre las masas empobrecidas,
porque éste no es el país de jauja que
quisieron vendernos cuando en realidad era otro. Seamos críticos con la
situación política, económica y social que nos han impuesto, y, dejemos de
creer que llueve cuando en verdad nos siguen meando. Para dar por finalizado
este punto, me gustaría obsequiaros con unas palabras de Pablo Iglesias en el
programa La Sexta Noche, en un cara a
cara con Alfonso Rojo: “Mirar a esos países de Latinoamérica que hace 20 años
estaban como nosotros. Políticas de recorte, niveles de corrupción escandalosos
y la mayor parte de la población con una situación de pobreza insostenible.
¿Qué es lo que hicieron? Nacionalizar sectores estratégicos y decir a las
grandes agencias internacionales, el FMI y el Banco Mundial: ustedes no van a
robar la soberanía de los ciudadanos. Y eso en este país, a mi juicio, ni el
Partido Popular ni el Partido Socialista han demostrado estar en condiciones de
hacerlo.” Ahora dirán que estas palabras desprenden populismo. Yo me pregunto, ¿qué entienden ustedes por populismo? Populismo es vestir una vez la camiseta del Real Madrid y al día
siguiente la del equipo contrario, el Atlético de Madrid. Populismo es montar en bicicleta vestido con chándal antes de unas elecciones. Populismo es el
expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, prometiendo, a pocas semanas
de las autonómicas, la Fórmula 1 en Valencia. Populismo son las falsas promesas de un programa electoral incumplido desde el principio hasta el final. Esto es populismo. PODEMOS no se enfunda ninguna camiseta de ningún equipo
de fútbol, más bien habla con convicción, a partir de unos datos preocupantes
que necesitan urgentemente la intervención de un gobierno que no ceda ante las
pretensiones de las grandes agencias económicas, en definitiva un cambio de
rumbo con políticas que favorezcan el bienestar social de las personas.
Nos mean y los diarios dicen que llueve. En pocas palabras, esta frase
aparecida en un muro, resume a la perfección el contenido de este artículo, el papel
que desempeñan los medios de desinformación
en este Juego de Tronos que controla
nuestros destinos. Por lo que respecta a la relación de Pablo Iglesias con ETA,
mejor pregunten a Ángel Acebes y el diario El Mundo al respecto.
No quisiera finalizar, sin antes dar las gracias al
Perro Rojo por dar voz a los invisibles de este sistema. Hoy en día es más
fácil combatir los medios de comunicación de masas con revistas digitales como
ésta, libres de las cadenas y grilletes de los grandes grupos empresariales que
se encuentran detrás de las publicaciones periodísticas de los grandes medios.
Saludos de un gato, no por ello menos rojo que el perro. Nuestras garras unidas
jamás serán vencidas.
Identidad 2.0
Por Susana López-Varó
La eclosión de Internet y las nuevas tecnologías ha acercado al ser humano lo que hasta hacía bien poco era casi imposible conseguir: la posibilidad de ser otro.
La eclosión de Internet y las nuevas tecnologías ha acercado al ser humano lo que hasta hacía bien poco era casi imposible conseguir: la posibilidad de ser otro.
La identidad es un tema que no es novedoso dentro del mundo del arte. Experimentar con el “yo” ha sido para muchos artistas una experiencia liberadora que les ha ayudado a conocerse. Pero ¿qué ocurre cuando se quisiera ser otra persona o cuando mi “yo” no se ajusta a las necesidades sociales del momento? Dentro de la historia del arte encontramos diferentes ejemplos de artistas que han trabajado en sus obras el tema de la identidad, el “yo” y la multiplicidad de identidades. Podemos encontrar ejemplos en Rosa Bonheur que vistió de hombre durante toda su vida para poder acceder a las ferias de ganado, Claude Cahun, la cual decía de sí misma que nunca terminaría de revelar todos sus rostros o adentrándonos en iconos más populares, ahí tenemos a Farrokh Bulsara, más conocido como Freddie Mercury o a Marilyn Monroe, quien era Norma Jean.
A día de hoy, las facilidades para crearnos nuevos personajes con Internet son infinitas. Dejar de ser uno mismo y desprenderse de ese “yo” que a veces nos atormenta, es ahora mucho más fácil.
Encontramos, dentro de la obra de Mark Amerika, How to be an Internet Artist, 2001, la posibilidad de crearnos una personalidad artística paso a paso. El primero de todos esos pasos es: Create a fictional identity. Ya de buenas a primeras nos indica que debemos abandonar nuestra propia identidad para crearnos una ficticia a través de la cual viviremos nuestra experiencia como artistas. Mark Amerika nos presenta esta nueva identidad como un producto, una marca de nosotros mismos que debemos promocionar, vender y distribuir hasta convertirlo/nos en el artista que deseamos que sea/mos. En sí, esta marca de nosotros mismos, más allá de ser una nueva identidad, es un alter ego comercial, el sello de nuestra propia persona convertido en marca identitaria. Nos convertimos en producto para promocionarnos como tal, dejamos de ser personas para ser objetos comerciales con los que traficar. Es la identificación del artista con el objeto comercial más allá de la obra de éste como expresión. La obra en sí pasa a un segundo plano y con lo que se comercializa es con el propio artista convertido en objeto de mercado.
La búsqueda de la identidad de uno mismo es algo en lo cual el ser humano invierte mucha energía. Querer saber qué y cómo es uno mismo es una de las preguntas esenciales que se repiten a lo largo de la vida de una persona y a las cuales, en diferentes momentos de nuestras vidas podemos encontrar diferentes respuestas, pues igual que un río nunca es el mismo, el ser humano como individuo tampoco lo es, ya que en él se acumulan como persona las experiencias vividas y las influencias de la sociedad en la que habite - modas, estilos, tribus urbanas, etc. -. Podemos encontrar un ejemplo muy clarificador en la obra de JK Keller The adaptation to my generation, en el vídeo Living my life faster. En esta obra el artista se retrató todos los días desde el año 1998 hasta el 2006.
Mientras que la artista francesa Claude Cahun explora en sus fotografías la necesidad de encontrarse a sí misma dentro de un amplio abanico de personalidades, Keller se busca a sí mismo dentro de su propia persona influenciada por la sociedad que le ha tocado vivir. La sociedad que le rodea influye de tal manera en su persona, que foto a foto podemos ver cómo, siendo la misma persona, va cambiando. Ya de por sí uno nunca es el mismo conforme pasan los años, pues la experiencia y los cambios que experimenta el cuerpo con la madurez, hacen que uno siempre sea una variación de sí mismo. Pero si a estas versiones que se van sucediendo de nosotros a lo largo de nuestra vida de forma natural, añadimos la influencia externa, lo que le sucede a nuestra persona es casi una metamorfosis. Una versión 2.0 de nosotros mismos.
Claude Cahun en algunos de sus múltiples autorretratos |
Podemos ver en las fotos de Keller cómo su mirada adquiere madurez, las mandíbulas se ensanchan casi inapreciablemente, los labios se estiran ligeramente hasta que podemos intuir, que, como persona ha ganado experiencia. Estos cambios físicos hacia una madurez vienen acompañados por los cambios externos que nosotros hacemos a nuestro propio cuerpo. Cambios estéticos influenciados por lo que nos rodea. Keller se deja el pelo largo, se lo rapa, lo lleva una temporada corto, se deja barba, bigote, va afeitado, varía en estilos dentro de su vestimenta, sale con o sin gafas y éstas, con el paso del tiempo, también van variando. Apreciamos, en sí, una metamorfosis de Keller en todos los sentidos. Sabemos que él es el mismo, sigue siendo JK Keller el que aparece en las fotografías, pero a su vez, es otro.
K. Gergen nos hablaría del “yo saturado”, que es el resultado de la contaminación del concepto de nosotros mismos a través de las tecnologías de la comunicación. Gergen trabaja la idea de un sujeto habitado por múltiples matices y perfiles, los cuales acaban fragmentándolo hasta extremos insospechados generando lo que se podría llamar la “identidad postmoderna”, entendida como un patchwork o pastiche de subidentidades que han de ser construidas y relacionadas para proporcionar un sentido de coherencia. Esto dejaría de lado la identidad homogénea y estable abriendo paso al yo múltiple, en el cual los aspectos individuales de cada uno constituyen las voces de un diálogo interno. Según esta teoría postmoderna el "yo" no tiene un núcleo estable y es sólo una ilusión improvisada a partir de la compilación de imágenes mediáticas, mensajes sociales y deseos manipulados que interiorizamos para definirnos.
Vemos en estas dos obras dos representaciones diferentes de la identidad relacionada a las nuevas tecnologías. Mientras Mark Amerika nos propone una reinvención de nosotros mismos como producto, abriendo así la puerta a las invenciones identitarias dentro del mundo cibernético, en el cual podemos ser desde un astronauta a un panadero en paro o una mujer ejecutiva a un hombre cinéfilo, JK Keller nos enseña que incluso nosotros mismos somos un cúmulo de múltiples identidades cambiantes que se aglutinan en un mismo ente.
Las nuevas tecnologías nos descubren nuevas posibilidades de nosotros mismos. Dan rienda suelta a fantasías ocultas en nuestro inconsciente que ahora se pueden materializar en un espacio virtual en el cual nos podemos desprender de todo lo que no nos guste de nosotros, e incluso de nosotros mismos al completo, generando una multiplicidad de personalidades con un nexo en común, el “yo saturado” del que habla Gergen y que tan bien representa Keller en su propia obra fotográfica. Pues si bien Keller no genera una multiplicidad de personalidades a lo Cahun o se inventa una como producto comercial a lo Amerika, sí personifica la aglutinación de múltiples “yo” a lo largo de un tiempo determinado de una persona determinada en un espacio concreto. Representa el “yo cambiante” de una sociedad influenciada por los medios de comunicación, las modas, las estéticas cambiantes y las nuevas tecnologías.
Así bien, vemos como nuestra propia identidad queda influenciada por todo lo que le rodea y siendo Internet y las nuevas tecnologías un nuevo producto a incorporar a nuestras vidas, no es de extrañar que nosotros mismos nos influenciemos por algo que nosotros mismos hemos creado, generando una retroalimentación de un producto creado por el ser humano y que a día de hoy, vive por sí mismo influenciando a su creador. Es el monstruo cibernético de Frankenstein que con zurcidos aglutina múltiples personalidades de uno mismo, pudiéndose ver los resultados en la infinitud de selfies que inundan las redes sociales, la personalidad múltiple al tener diferentes cuentas para diferentes usos en las redes sociales o la ocultación
de uno mismo a través de un avatar o un nombre ficticio
Estado y Democracia (II)
Por Alfonso Rodríguez Sapiña
Los aparatos jurídicos sirven para consumar o llevar por otros medios, lo iniciado por los aparatos directamente represivos: coaccionar o elevar a violencia su actuación contra las clases trabajadoras. La detención, con pruebas o sin ellas, el secuestro legal de personas que “en teoría” son ciudadanos libres con derecho a reunirse y manifestarse, es moneda corriente en las formaciones sociales capitalistas cuando el aparato propagandístico-ideológico va perdiendo su capacidad de consenso. Si la policía no es suficiente, quizá echen mano al ejército.
Los aparatos jurídicos sirven para consumar o llevar por otros medios, lo iniciado por los aparatos directamente represivos: coaccionar o elevar a violencia su actuación contra las clases trabajadoras. La detención, con pruebas o sin ellas, el secuestro legal de personas que “en teoría” son ciudadanos libres con derecho a reunirse y manifestarse, es moneda corriente en las formaciones sociales capitalistas cuando el aparato propagandístico-ideológico va perdiendo su capacidad de consenso. Si la policía no es suficiente, quizá echen mano al ejército.
En nuestras sociedades occidentales, se puede trazar un paralelismo entre esta disidencia que es reprimida y castigada (con años de prisión y/o torturas) y “los locos y anormales”. Para los cuales existen similares métodos que no analizaremos aquí, pero da qué pensar acerca del autoritarismo, brutalidad e irracionalidad de quienes se dicen “demócratas”, “justos” y “sanos”.
Antes de dejar el tema y pasar a analizar “lo ideológico” y ya que el artículo quiere presentar algunas soluciones, aunque sea de aspecto general, para democratizar el Estado y con él a la sociedad que deberá supervisarlo; decir que habrá, en algún momento, que saberse si policía y ejército cumplirán con una futura legalidad republicana y socialista, si habrá que democratizar ambos: eligiendo a algunos mandos “desde afuera” y/o a otros “desde adentro”, o por el contrario habrá que formar un ejército semi-profesional al estilo de la extinta “mili”; mientras que la policía, igualmente se adapta a los tiempos.
Es importante que cambie la mentalidad de alguien que empuña un arma: puede evitar muertos y hacer prisioneros, puede negarse a cumplir una orden injusta o incluso puede ser un revolucionario capaz.
La ideología a nivel individual
Podemos entender la ideología como la suma de las representaciones, ideas, actitudes y comportamientos que permiten la sostenibilidad y cohesión de un tipo de sociedad, la formación de grupos afines (quizás también temperamental y caracterialmente compatibles). La ideología como moral, como justificación en el acto, que, en el caso de nuestras sociedades se basa en unas cuantas leyes:
-“tanto tienes, tanto vales”, “de esto careces, no vales
de esto”
“tanto puteas, tanto obtienes” y “tanto ayudas, eso que
pierdes el tiempo”
-“tanto que sabes, sufrirás más”, “si eres ignorante,
vivirás mejor”.
La ideología como representación es básicamente una figuración a nivel interno, que puede conllevar un afecto (amor u odio) o carecer de éste. Las representaciones pueden ser fantasiosas, oníricas (sueños o ensoñaciones) o delirantes. Mientras que una representación fantasiosa consuma –siempre a nivel interno- un deseo, una representación delirante consumará un miedo. En el caso de las representaciones oníricas es una mezcla de deseo y miedo. Este aspecto de la ideología sirve para explicarse uno su relación consigo mismo y con los demás aun cuando no intervenga directamente en las relaciones sociales y aun cuando históricamente ha sido ocultado. Al menos hasta las investigaciones del psicoanálisis y Sigmund Freud. No se trata aquí tanto de hacer diagnóstico caracterial (Wilhelm Reich) como de señalar que la utilidad de las representaciones imaginadas por los hombres en su devenir sociopolítico ha quedado patente, por ejemplo, en la cartelería, los murales, etc. Así de esta forma las ideas estéticas de la burguesía eran cuestionadas, además del valor en sí de determinadas obras, que es, ahí sí, incuestionable.
Las ideas, a un nivel ideológico, histórico, o se comunican o dejan de ser ideas. O se comparten mediante el habla o un formato escrito o, ineludiblemente pasan a formar parte de la memoria perdida de los muertos. Por eso las ideas implican un proceso de continuidad, cuando son idénticas. Un proceso de progresión cuando son parecidas. Y un proceso de ruptura, cuando son distintas. Hay que anotar que “en el camino” estos procesos pueden variar por lo que no hay “destino posible para las ideas: nada prefigurado”. La falta de ideas se materializa en actitudes pesimistas y la sobreabundancia de éstas, casi con toda probabilidad en alguna actitud utópica.
La ideología como actitud depende claramente de una valoración, no tan subjetiva como pudiera parecer. Esto es, la de medir o separar actitudes pesimistas, realistas-optimistas y utópicas. Unas caracterizadas por la pasividad y desesperación, otras por el análisis y la paciencia al llevar a cabo cualquier acción, y las últimas por “esa falta de aparente conocimiento”, una inocencia nada sutil y, por lo general, el fracaso como resultado. El voluntarismo, por ejemplo, entraría en la categoría de actitud utópica (cabe aclarar que dicho “utopismo” es inconsciente y no debe entenderse como que tener utopías es malo per se o, incluso conduce a dichas actitudes).
Podemos clasificar los comportamientos por la prevalencia del pensamiento (c. evasivo), por la prevalencia del habla (c. de justificación) o por la prevalencia del acto (c. de lucha). Al revés de lo que ocurre con las ideas o las actitudes –también generalmente con las representaciones-, los distintos tipos de comportamientos, entendidos así, no se excluyen.
La ideología, a nivel individual, incluyendo representaciones, ideas, actitudes y comportamientos se puede caracterizar por ser destructiva, estancada o creativa. Es decir, nos puede unir a proyectos –más adelante se analizará la ideología como proyecto político- que nos hagan esclavos, dependientes, etc. Nos puede sumir en la desgana o la apatía. O puede ayudarnos a ser felices si utilizamos todo este “yo nuestro” que no es exactamente nuestro cuerpo ni nuestro subconsciente a caminar con nosotros y en la vida. La ideología, además, no excluye sentimiento ni intelecto.
La ideología a nivel social
Hagamos una serie de distingos aunque no podamos profundizar en ellos:
-la ideología (sociopolítica) dominante
-la ideología dominante de una formación social concreta: a) formación socialista b) formación capitalista, p.e.: la española (caracterizada por el nacionalismo centralista y los nacionalismos de la periferia, “el juancarlismo”, “la fama y el dinero”, “fútbol y toros”, el patriarcado, cierto racismo, etc.)
-la ideología de un credo religioso concreto (p.e.: el catolicismo, con su fe en otro mundo, la estrechez matrimonial, la limosna y la caridad, la protección a toda costa del núcleo familiar tradicional -"familiaritis"-. Estos valores serían defendidos no sólo por la propia jerarquía monástica sino además por, al menos, los sectores de la burguesía más derechizados)
la ideología de determinadas asociaciones o clubes literarios, artísticos y deportivos (ideología “cultural” a falta de un nombre mejor)
-la ideología de familias concretas, tanto la de los pudientes como la de las clases populares: al ser la familia potencialmente “unidad de producción y consumo” (lo que garantiza años de dependencia económica por parte de los jóvenes), foco de relaciones afectivas positivas y negativas que dotan, junto al sistema educativo, de “una visión del mundo” –en parte una ideología- a los “padres del porvenir”. La familia es un modo de cohesión en sí mismo y su complejidad en la formación de la personalidad muy interesante, aunque no podamos detenernos aquí (remito nuevamente al psicoanálisis freudiano y a Wilhelm Reich). Para lo que nos interesa: la medida en que ésta reproduce la ideología dominante o “atrapa” en las rigideces sociales imperantes, cabe ahora relativizar ante la “relajación” –que no “revolución”- en las costumbres, de manera que los hijos no tienen por qué seguir al mismo líder o los mismos proyectos que sus padres. Además, la familia admite hoy en día, en algunos países, la homosexualidad.
El caso concreto de los aparatos ideológicos de Estado de información
La prensa, la radio y la televisión ignoran muy a menudo los hechos que no interesa narrar. “Recortan” unos acontecimientos de otros aun cuando están directamente relacionados. Destacan o infravaloran unas noticias, como ocurre con las portadas. Efectúan una interpretación de los hechos de acuerdo a la ideología dominante –en tanto falsificación- y no de una forma objetiva, se base o no en una pretendida explicación científica.
Son además de medios de cohesión y pacificación social –logran a veces incluso enemistar a quienes de un modo honesto no debieran estarlo-, negocios en manos privadas que en ocasiones se financian con publicidad, siendo ésta, igualmente en ocasiones, machista y contradictoria.
Con todo, los periodistas, que son verdaderos trabajadores asalariados y muchas veces en precario, reclaman una supervisión de la información por parte de su gremio y asociaciones.
Algunos otros significados de “ideología”
¿debiéramos hablar de la palabra-concepto “ideología” aplicando a esta la propia desviación o tendencia a que da nombre: de un modo ideologizado? Pero en este caso tendríamos que dárnoslas de científicos cuando no lo somos en absoluto; o bien desechando esta palabra-concepto, esgrimiendo que está poco menos que vacía, que ya no explica nada, que pertenece a una teoría crepuscular –vean para asco de todos el libro El crepúsculo de las ideologías de Gonzalo Fernández de Mora-; también como “algo” muerto, que pudiera pasar por tal, quiero decir, como los ideales de aquellos que mantienen una ética en su intervenir político.
Ideología es también soltar el tópico, la respuesta aprendida… si pensamos que en determinados asuntos o ámbitos se zanjan cosas con tres o cuatro palabras, que pretenden pasar por una valoración definitiva, no nos extrañará encontrarnos con que el significado más extendido de ideología –de entre los constructivos, y teniendo en cuenta que en tanto representaciones, ideas, etc. es, desgraciadamente algo quizás “demasiado elaborado”- sea proyecto donde no se engaña a nadie, donde tampoco existe intención de engañar. Evidentemente que, también, un proyecto no tiene por qué ser pro-político o apolítico, puede haber otros puntos de vista o, simplemente un número tan reducido de personas que no puedan entrar en estas categorías, pero sí que tengan un proyecto.
Volviendo;¿todas las ideologías son iguales? ¿igual de malignas? ¿igual de inoperantes? ¿igual de aburridas? Es mejor hacer caso omiso a estas preguntas cuando se tienen mínimamente las cosas claras.
Tenemos ya unas cuantas definiciones de ideología, pero aún podríamos incluir dos o tres más: el concepto de Hegel –y dejémoslo ahí-. Y como “lo contrario a la ciencia –y así retomaríamos por el principio-”. Esta definición es una libre interpretación de La Ideología Alemana –libro fundacional del materialismo histórico- y de los escritos de Althusser. En este sentido decir que hay, de algún modo, ideologías involuntarias –sin mala fe- y el acto, a veces bien complejo, de discernir ideología de ciencia puesto que uno puede creerse feliz o infelizmente sus mentiras o fantasías y hay ciencia sin rigor metodológico; luego hay ciencia que puede resultar no serlo, no sólo desde un punto de vista marxista, sino también desde un punto de vista filosófico-científico más amplio.
Añadir inmediatamente que la distinción entre ciencia burguesa y ciencia proletaria, es un ataque al aspecto –o uno de los aspectos, más valiosos de la ciencia: su unicidad; y también al proyecto emancipador de los trabajadores, en tanto que se pudieran negar los resultados verificables y la descripción y el análisis verosímil, que desde cada campo teórico pudieran ayudarnos en nuestro proyecto.
Hay que evitar ser necios o brutos y no pretender que una opinión se deba evitar o prohibir por pasar por ideología. No es lo mismo las opiniones que la ideología. La ideología suele ser tajante mientras que una opinión es siempre aproximación.
Como respuesta aprendida y reproducida tiene varias funciones: aletargar cualquier cambio, justificar actos propios y ajenos, arengar, recordar frases o consignas (sea una broma o buena o mala fraseología, se entiende que la positiva es simplemente la cita en un contexto apropiado), humillar y molestar de diversos modos: como el hacer callar… poco se puede extraer para su uso de estas funciones de “la ideología”:
justificar está bien cuando de lo que se trata es de reforzar una sabia posición
¡arengar, por supuesto! Pero no se debe caer en los errores del enemigo al utilizar un lenguaje muy ambiguo. En la arenga prima un discurso político aprendido, pero también debiera ocupar su espacio el sentimiento afín de los asistentes y su libre compartir opiniones entre sí y/o con quien lanza el discurso.
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