Nada que decir

Por Miguel Ángel Viso Camenforte

Lo siento pero este mes no participo en el Perro Rojo. No sé de qué escribir, ando un poco liado y perdido. Podría hablar de los tiempos que vivimos en los que la imagen es más importante que el contenido, donde siguiendo patrones absurdos financiados por Mediaset, los adolescentes de hoy se convierten en un amasijo de músculos, mechones y estulticia. Da igual lo que sepas de Darwin o Marx si no viste la gala de GH o si te perdiste el nuevo peinado de CR. Sí, podría, pero no lo haré.

Podría hablar de las próximas elecciones generales y la pantomima que representan Rajoy y Mas. La absurda lucha de banderas ondeando en las instituciones mientras los bancos de alimento no dan abasto, los hospitales públicos se colapsan y los desahucios continúan arruinando vidas. Puedo imaginar la conversación entre ambos “líderes”, descojonados de risa, bromeando sobre otros cuatro años de poder y saqueo gracias a los sentimientos nacionalistas de los que piensan que vivirán mejor en una Cataluña independiente y los españoles que no soportarían la fractura de la patria. Sí, podría, pero no lo haré.

Podría hablar de la perplejidad que me provoca la gente que alaba a Amancio Ortega por donar altruistamente 17 millones de euros a un hospital público en Galicia para que renueve la maquinaria, justo antes de conocerse la noticia de ser el hombre más rico del mundo. Casualidades de la vida, la donación o, en su caso, limosna, viene a revertir las opiniones críticas que podrían haber surgido. No importa su deslocalización esclavizadora ni la rebaja de impuestos que vendrían muy bien a las arcas nacionales, no. Lo importante es que es un hombre que se ha hecho a sí mismo y en la cúspide de los negocios se acuerda de sus paisanos filantrópicamente. Sí, podría, pero no lo haré.

Podría hablar de la confesión de Tony Blair sobre la mentira de las armas de destrucción masiva y los errores de la Guerra de Irak, causante en buena medida de la terrible situación que se vive ahora en Oriente Medio y el Estado Islámico. Y por supuesto de Aznar y su manera de hacer el ridículo con los imperialistas anglosajones, donde confirmó internacionalmente lo que ya sabíamos muchos en España sobre su prepotencia y mal fondo. Sí, podría, pero no lo haré.


Así que amigos, lo lamento pero este mes no participaré en la revista. No sabía muy bien de qué hablar. Será que los hooligans-tertulianos de la tele ya hablan de todo.

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