Operación Bikini, los 7 secretos que Vogue no te contará

Por Ana Martínez Marco

Esta semana la naturaleza ha empezado a desperezarse, a dar color a los campos y a prolongar los días con más horas de luz. Y eso sólo quiere decir que ya está aquí… ¡la OPERACIÓN BIKINI! Ese plan dietético-estratégico que, como diría Rita, empieza con el caloret de l’hivern y dura hasta el fred del verà. Esa expresión con la que reconocemos que estamos pasando más hambre que Victoria Beckham y no porque estemos gordos, sino porque “quiero lucir en la playa este cuerpazo que tengo y que he descuidado un pelín en los últimos meses”. Ay, un pelín… Y nos hemos comido los polvorones hasta en bocadillo. ¡Qué no cunda el pánico! Un año más, revistas, redes sociales, programas de televisión y radio nos ofrecen decálogos, reglas de oro, trucos con mil y una dietas, ejercicios, pócimas y ungüentos capaces de hacernos triunfar en tan conocido propósito.

Pero ¿qué es la Operación Bikini?, ¿de dónde viene?, ¿hacia dónde va? Aunque no sabría precisar si el invento fue cosa de un nutricionista, el Pentágono o la propia Victoria Beckham, la observación pura y dura, la propia experiencia -que no es poca-, y, como no, la Red, me impulsan a contaros los 7 secretos que VogueCosmopolitanHola ni ninguna otra revista o medio os revelará sobre la Operación Bikini.


1. Así empieza 

Chocolaaaaate, cafetiiiiillo, corre, coooorre…”, nadie diría que es la canción de un yogur desnatado, perdón, 0%. “Bebo desnatada, mi salud es esencial. Con todos sus nutrientes en sabor y calidaaaad. Voy a tomaaaaaar…” ¿Qué vas a tomaaar? ¿Quién lo adivina? Espera que ahora viene el de los cereales con una chica supermegafeliz comiendo virutas de cartón. ¡Madre mía si probara los conguitos! El caso es que tú estás cenando pizza en el sofá y por mucho que cambies de canal sólo emiten anuncios de infusiones, anticelulíticos y aparatos deportivos. ¿Pero qué pasa? ¿Pero qué invento es este! No lo vas a hacer porque estás cenando, pero si te pararas a pensarlo, igual que en Navidad anuncian juguetes, perfumes y lotería, ahora lo que ves son ensaladas, píldoras quemagrasa y antiestamínicos. Sospechoso, ¿no? Pero sigues con tu pizza, y entre bocado y bocado, “Siéntete bien”, “Mucho más ligera”, “Hoy me voy a cuidar”. Y mientras masticas te sientes... ¡culpable!


No esperes más”. Aún no lo sabes, pero esa frase se ha grabado en tu mente. Da igual que intentes olvidarla, que pienses que a ti no te afecta, que seas hombre o mujer. Tu cerebro ya ha comenzado el proceso.

A la mañana siguiente, lo primero que haces es pesarte y compruebas que la pizza engorda, engorda muchísimo, como cinco kilos. ¿Pero?, te preguntas estirándote de la papada delante del espejo. Bajas la mirada y debajo del pijama... ¡Dios mío! ¡Lorzas! Y te sorprendes una barbaridad. Como si hubiera entrado en tu casa un abominable cirujano y te las hubiera encasquetado mientras dormías. ¿Te ha pasado alguna vez, verdad?


Maitena

Pues ahí va el primer secreto: aunque cuenta la leyenda que existen personas concienciadas con la alimentación y la vida saludables, la gran mayoría de los mortales -hombres/mujeres, adultos/adolescentes...- comenzamos la Operación Bikini debido a la presión social y mediática bajo la que vivimos. Y es que estamos en el siglo XXI, era de la Belleza, la Juventud, la Popularidad, y las verdades universales del calibre: si es desnatado ¡engorda! Tiene que ser 0%.

2. Ojo con la pasta


La pasta es eso que dejas de ingerir para empezar a gastar. Me explico, olvídate de comer espaguetis carbonara, macarrones boloñesa y tallarines al pesto en la misma semana. Es más, en el mismo mes. Más todavía, si quieres comer pasta, olvídate de esas tres salsas.


Sin embargo, la pasta entendida en guita, euros, pavos, parné, cobra especial relevancia en la Operación Bikini, fundamentalmente en la primera semana.

Navegamos por la red y nos enteramos a golpe de clic de todas las pautas, consejos, materiales y demás instrumental que necesitamos para ponernos en marcha. Ya estamos preparados para la segunda cosa que nos gusta más que comer, gastar dinero. Así que después de llenar la nevera de kiwis, la despensa de tés de todos los colores y de apuntarnos al gimnasio, sólo nos falta una cosa: comprar medio Decathlon. Que si mallas y camisetas ajustadas para Spinning, anchas para Zumba, la pelota de Pilates y los calcetines antideslizantes, la toalla de microfibra que ocupa poco y seca menos, la bolsa a juego con… Al final, la torta nos cuesta un pan.

Os sorprenderá pero aún no está demostrado científicamente que las prendas ceñidas de color flúor hagan que corramos más rápido o que quememos más calorías.

3. Distorsión de la realidad


Aunque este fenómeno pudiera darse por la ingesta insuficiente de calorías, azúcares, etc. durante los primeros días cuando nuestra determinación para adelgazar se encuentra a full, me refiero a un fenómeno voluntario y bastante más ruin, el de mentir como bellacos.

Entendamos que hoy en día confesar que estás a dieta es peor que decir que tus padres te abandonaron en un contenedor. Haced la prueba. La gente te mira apenada, te da ánimos, incluso se disculpan si comen delante de ti. Este curioso comportamiento social, digno de estudio, jode como si te colgaran una L de loser en la frente -otro concepto significativo de nuestro siglo-. Pfff, ¿y qué hacemos? Pues decir que estamos de OB, que es como hablar bien de nosotros en una entrevista de trabajo. “Soy una persona inteligente, organizada y perseverante con un definido plan de acción en mi vida, cuyo objetivo principal puede resumirse en estar buenorro/a este verano”.

Pero a veces, por muy convencidos que relatemos nuestro OB-Plan, simplemente, no cuela, y para acabar con las risas de tus compañeros cada vez que sacas el tupper de rúcula, te excusas diciendo que a ti siempre te ha gustado mucho, porque además tiene multitud de propiedades antioxidantes, y que, bueno…, tu abuela comía todos los días rúcula y duró 103 años. Y lo sueltas así, como para dar envidia. ¡Pero quién va a querer vivir 103 años comiendo hierba! Si tu abuela levantara la cabeza, te reñiría por quitarle la comida a las cabras, y después vaciaría el tupper de rúcula y lo llenaría de croquetas. Mmm… croqueeeetas.

4. No por mucho ayunar se adelgaza más temprano


Seguramente habrás leído o has sido informado, si empiezas la Operación Bikini con la ayuda de un profesional -cosa rara, con lo bien explicadito que viene todo en las revistas-, que las dietas milagro NO EXISTEN. Cualquier dieta requiere de constancia, responsabilidad y bla, bla, bla. Tú eso ya lo sabes porque eres una “persona inteligente, organizada y perseverante…”, así que esa suele ser una de las primeras reglas de oro que nos pasamos por el arco del triunfo. Porque queremos resultados y los queremos, ¡ya! Así que si no ceno hoy ni desayuno mañana, para medio día el vestido de la comunión me entra. ¡Vamos, pero como un guante!

5. Repercusión social


Dentro de los cambios positivos y negativos que la OB puede tener en tu vida social, yo me voy a centrar en los negativos porque son los que nos amargan la existencia y los que nadie cuenta.

¿Qué me dices del cumpleaños de tu compañera, la que hace las tartas de tres chocolates como si hubiera nacido para hacer tartas de tres chocolates? Todos cantando el Cumpleaños Feliz, girando alrededor de la mesa cual buitres del Oeste y tú haciendo el Moon Walker hacia la puerta porque el olor a chocolate te pierde como a un tiburón el olor a sangre. “Anda, ven aquí y cómete un trocito”, te dice tu compañera que es encantadora. Y ¿qué haces? Tocarte la barriga: “No, gracias. ¡Operación Bikini!”. Lo cual es como si tu jefe te diera la nómina y tú dijeras“No, gracias. ¡Operación Más Pobre Que Las Ratas!”, tocándote el bolsillo y sonriendo como un/a gilipichi.

Definitivamente, ni tu compañera merece el desprecio, ni tus amigos que no bajes a hacerte una cerve, ni pagar de más porque al final has bajado y todos se han tomado tres cañas con patatas bravas y chipirones y tú un poleo menta. No es necesario.

6. Ralentización del tiempo

 


Empieza el día que a las cuatro y cuarto de la tarde te das cuenta de que sólo han pasado 15 minutos desde las cuatro. Osea, que te queda una hora para merendar. Un kiwi. El cual te sabe a poco pero es que hoy no vas al gimnasio. Y ahí es donde la lías, porque si 15 minutos se te han hecho largos, verás para llegar a las nueve de la noche. O huyes de tu casa o después del kiwi terminas comiéndote una barrita energética, un piquito de pan con queso, dos galletas integrales, tres con chocolate y un chorizo de cantimpalo a bocaos.
Esta suele ser una de las últimas fases. Yo la llamo El Principio del Fin.

7. Seis de cada diez personas fracasan en la Operación Bikini


Esto no lo digo yo, ni mucho menos Vogue. Lo dice la Clínica Quirón de Valencia, a través de Cuatro y El Diario InformaciónOs pongo los enlaces por si queréis leer la noticia entera, pero os podéis imaginar los motivos: las prisas, las dietas milagro, las frustraciones, los estados emocionales, etc.


Pues bien, no empezaba yo este artículo esperando posicionarme como defensora de la Operación Bikini, y no lo voy a hacer, pero que 6 de cada 10 personas fracasen, significa que 4 lo petan, ¿no? Igual eres uno/a de ellos. Ya os confieso que yo soy de las 6 primeras y lo seguiré siendo en próximas Operaciones Bikini por las que me deje arrastrar. Si tú también lo eres, ahí va otro secreto que Vogue no te contará: NO PASA NADA. Mientras el peso sea un problema de estética la única Operación que deberías seguir a rajatabla es la de estar tan a gustito contigo mismo/a. Y como esto es más fácil decirlo que tenerlo en mente todo el año, cuando aprieten los anuncios de la tele, recuerda: 

- El mejor cuerpo para ir a la playa es el que tienes.
- ¡El verano no es tan largo! Dísfrutalo que estando morena el bikini, el bañador y hasta las lorzas sientan mejor. Además, cuando quieras darte cuenta, ya estaremos viendo anuncios de cursos por fascículos, vueltas al cole y ¡ropa de invierno! 




6 comentarios:

  1. Carlos Antón Sánchez7 de abril de 2015, 11:57

    Me ha encantado no, lo siguiente. Ana eres una ''CRACK'', redactas de una forma especial y divertida que es imposible dejar de leer y lo más importante, consigues sacar una carcajada constante. Enhorabuena.

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    1. ¡Gracias, Carlos! Me alegra que te guste y si encima te has reído, objetivo cumplido ;)

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  2. Una vez más, me quito el sombrero. Se me han escuchado las carcajadas en todo el pueblo. Ana, ¡no nos faltes nunca!

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    1. Fíjate, con lo que sufrimos con la dichosa Operación Bikini, y a nosotras nos da risa. Eso es buena señal. Un besote ;)

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  3. ¡Qué me dices! Que la ropa fluorescente no hace que corras más rápido? Lo intentare con un chandal de tactel, el yonky chandal por excelencia

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    1. Yo me quedé igual de sorprendida, pero no, una camiseta azul celeste o amarillo colesterol también valen.
      En cuanto al chándal de tactel, ojo porque igual creas tendencia y luego nos cuesta una pasta hacernos con uno, XD

      Un saludo, Moni Xu. Gracias por leer y comentar ;)

      Ana

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