Por Miguel Ángel Viso Camenforte.
Yo no sé si Spain it’s different, pero sí sé que en tema de justicia
deja mucho que desear. Los temas de corrupción son tantos y tan sucios
en estos tiempos de crisis, que sonrojan y avergüenzan a cualquiera con
un mínimo de decencia. Entre estos casos, destaca el de NOOS por su
vinculación con la familia real.
El veredicto que tanto tiempo ha
tardado en llegar es… desconcertante. Resulta que la Infanta es
culpable, porque tiene que pagar 265.000 euros, por algo será. Pero no
pisará la cárcel. Hacienda y la Justicia son iguales para todos menos
para los Borbones, y no es algo nuevo, la Historia lo demuestra.
Se conoce que con no saber o no tener constancia de nada, sales de
rositas de un juicio. Eso sí, si eres una anciana que firmaste
preferentes, era tu deber tener conocimientos económicos y financieros.
Parece
que el yernísimo sí entrará en el talego. Algo es algo, dirán algunos.
Pero cuando la sentencia le condena a poco más de 6 años de cárcel en
lugar de 19 como pedía la Fiscalía, la cosa cambia. Su millonaria
corrupción tiene un castigo parecido a gastar 80 euros con una tarjeta
falsa, o a participar en un piquete sindical.
Decía
Carlos Lesmes, presidente del Consejo General del Poder Judicial y del
Tribunal Supremo, que la ley procesal española está hecha para el robagallinas,
y así es. La justicia española forma parte de la superestructura del
sistema capitalista en el que se manifiesta la lucha de clases. Los
engranajes funcionan simultáneamente y en ocasiones se manifiestan sin
tapujos, como cuando el gobernador del Banco de España, Luís María
Linde, recomienda retrasar la edad de jubilación
más allá de 67 años, y hacerse planes privados de pensiones porque en
realidad, para la oligarquía que representa, ni siquiera el limitado
estado del bienestar español le parece bien.
Tiempos duros estos
que nos toca vivir en los que ser rapero, titiritero o twittear según
qué cosas, pueden convertirte en una amenaza mayor que los saqueadores
que esquilman España generación tras generación . ¡Várgame el señor!
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