El Coaching
Últimamente el término “coaching” se ha cruzado, de diferentes modos, delante de mí. Cursos de coaching, vídeos de coaching, Albert Rivera hablando del coaching y una novela, La Gran Ola, en la que un coach
es el personaje principal. Quizá el universo esté conspirando para
decirme algo, o quizá sea pura casualidad, pero demasiada como para no
intentar averiguar qué esconde esa palabreja tan de moda.
Hasta donde sé, el coaching no es una disciplina que se imparta en universidades u otras instituciones oficiales, aunque seguramente en este momento esté intentando legitimarse buscando apoyo institucional. Pero, de momento, coaching es lo que digan los autoproclamados coaches. Y de éstos hay para todos los gustos, desde los que entienden el coaching como una forma de vida (signifique esto lo que signifique), los que quieren hacer del mundo un lugar mejor, los que quieren convertirte en la reencarnación del Lobo del Wall Street, los que te quieren vaciar los bolsillos… Unos son grafólogos, otros pedagogos, otros psicólogos, otros entepreneurs, otros cantamañanas… Y además, hay coaching para todos los gustos: el empresarial, el educativo, el que te hace mejor persona, el que te entrena las emociones y hasta el que te ayuda a ligar, convirtiéndote en un auténtico fucker.
Todas esas vertientes del coaching tienen algo en común: va destinado al individuo, a cada personita. Y eso está bien en un mundo ideal, porque la motivación es importante, como también lo es desarrollar las potencialidades de cada uno. Pero claro, no vivimos en el país feliz, la calle de la gominola, ni en la casa de la piruleta, por mucho que Mr. Wonderful y demás partidarios de la dictadura de “lo cuqui”, pretendan teñir nuestras vidas de color pastel y dibujos empalagosos. No, las relaciones sociales son algo más complejas que todo eso.
En general, el mensaje del coaching, se reduce a señalar y encarar como individuales problemas que son sociales. Es decir, si hay recortes en los derechos laborales, tu curro es una mierda y te pagan con Risketos, la propuesta del coach sería afrontar esa situación con “inteligencia emocional” con “resiliencia” o con “optimismo”. Si el banco te quiere echar de tu casa, nada de organizarse en plataformas poco cool, sino que deberías aprovechar esta nueva oportunidad que te brinda el destino para “reinventarte” y tomar las riendas de tu vida. Todo muy racional.
Además, todo ese contenido suele aparecer en forma de mensajes facilones, frases de autoayuda baratas, presentaciones de power point melifluas, mierdas motivacionales y mantras de poco fuste, tipo: Las 5 As de la felicidad (Amor, Amistad, Abrazos, Aceptación y Autoconocimiento).
En definitiva, parece que el coaching ofrece poco más que una mezcla de intentar soluciones individuales a problemas colectivos, muy al gusto de los adoradores de Margaret Thatcher que gobiernan en la actualidad, y una resignación cristiana al estilo del Santo Job, pero con pretensiones.
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Hasta donde sé, el coaching no es una disciplina que se imparta en universidades u otras instituciones oficiales, aunque seguramente en este momento esté intentando legitimarse buscando apoyo institucional. Pero, de momento, coaching es lo que digan los autoproclamados coaches. Y de éstos hay para todos los gustos, desde los que entienden el coaching como una forma de vida (signifique esto lo que signifique), los que quieren hacer del mundo un lugar mejor, los que quieren convertirte en la reencarnación del Lobo del Wall Street, los que te quieren vaciar los bolsillos… Unos son grafólogos, otros pedagogos, otros psicólogos, otros entepreneurs, otros cantamañanas… Y además, hay coaching para todos los gustos: el empresarial, el educativo, el que te hace mejor persona, el que te entrena las emociones y hasta el que te ayuda a ligar, convirtiéndote en un auténtico fucker.
Todas esas vertientes del coaching tienen algo en común: va destinado al individuo, a cada personita. Y eso está bien en un mundo ideal, porque la motivación es importante, como también lo es desarrollar las potencialidades de cada uno. Pero claro, no vivimos en el país feliz, la calle de la gominola, ni en la casa de la piruleta, por mucho que Mr. Wonderful y demás partidarios de la dictadura de “lo cuqui”, pretendan teñir nuestras vidas de color pastel y dibujos empalagosos. No, las relaciones sociales son algo más complejas que todo eso.
En general, el mensaje del coaching, se reduce a señalar y encarar como individuales problemas que son sociales. Es decir, si hay recortes en los derechos laborales, tu curro es una mierda y te pagan con Risketos, la propuesta del coach sería afrontar esa situación con “inteligencia emocional” con “resiliencia” o con “optimismo”. Si el banco te quiere echar de tu casa, nada de organizarse en plataformas poco cool, sino que deberías aprovechar esta nueva oportunidad que te brinda el destino para “reinventarte” y tomar las riendas de tu vida. Todo muy racional.
Además, todo ese contenido suele aparecer en forma de mensajes facilones, frases de autoayuda baratas, presentaciones de power point melifluas, mierdas motivacionales y mantras de poco fuste, tipo: Las 5 As de la felicidad (Amor, Amistad, Abrazos, Aceptación y Autoconocimiento).
En definitiva, parece que el coaching ofrece poco más que una mezcla de intentar soluciones individuales a problemas colectivos, muy al gusto de los adoradores de Margaret Thatcher que gobiernan en la actualidad, y una resignación cristiana al estilo del Santo Job, pero con pretensiones.
La justicia y la lucha de clases, ¡várgame el señor!
Por Miguel Ángel Viso Camenforte.
Yo no sé si Spain it’s different, pero sí sé que en tema de justicia deja mucho que desear. Los temas de corrupción son tantos y tan sucios en estos tiempos de crisis, que sonrojan y avergüenzan a cualquiera con un mínimo de decencia. Entre estos casos, destaca el de NOOS por su vinculación con la familia real.
El veredicto que tanto tiempo ha tardado en llegar es… desconcertante. Resulta que la Infanta es culpable, porque tiene que pagar 265.000 euros, por algo será. Pero no pisará la cárcel. Hacienda y la Justicia son iguales para todos menos para los Borbones, y no es algo nuevo, la Historia lo demuestra. Se conoce que con no saber o no tener constancia de nada, sales de rositas de un juicio. Eso sí, si eres una anciana que firmaste preferentes, era tu deber tener conocimientos económicos y financieros.
Parece que el yernísimo sí entrará en el talego. Algo es algo, dirán algunos. Pero cuando la sentencia le condena a poco más de 6 años de cárcel en lugar de 19 como pedía la Fiscalía, la cosa cambia. Su millonaria corrupción tiene un castigo parecido a gastar 80 euros con una tarjeta falsa, o a participar en un piquete sindical.
Decía Carlos Lesmes, presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, que la ley procesal española está hecha para el robagallinas, y así es. La justicia española forma parte de la superestructura del sistema capitalista en el que se manifiesta la lucha de clases. Los engranajes funcionan simultáneamente y en ocasiones se manifiestan sin tapujos, como cuando el gobernador del Banco de España, Luís María Linde, recomienda retrasar la edad de jubilación más allá de 67 años, y hacerse planes privados de pensiones porque en realidad, para la oligarquía que representa, ni siquiera el limitado estado del bienestar español le parece bien.
Tiempos duros estos que nos toca vivir en los que ser rapero, titiritero o twittear según qué cosas, pueden convertirte en una amenaza mayor que los saqueadores que esquilman España generación tras generación . ¡Várgame el señor!
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Yo no sé si Spain it’s different, pero sí sé que en tema de justicia deja mucho que desear. Los temas de corrupción son tantos y tan sucios en estos tiempos de crisis, que sonrojan y avergüenzan a cualquiera con un mínimo de decencia. Entre estos casos, destaca el de NOOS por su vinculación con la familia real.
El veredicto que tanto tiempo ha tardado en llegar es… desconcertante. Resulta que la Infanta es culpable, porque tiene que pagar 265.000 euros, por algo será. Pero no pisará la cárcel. Hacienda y la Justicia son iguales para todos menos para los Borbones, y no es algo nuevo, la Historia lo demuestra. Se conoce que con no saber o no tener constancia de nada, sales de rositas de un juicio. Eso sí, si eres una anciana que firmaste preferentes, era tu deber tener conocimientos económicos y financieros.
Parece que el yernísimo sí entrará en el talego. Algo es algo, dirán algunos. Pero cuando la sentencia le condena a poco más de 6 años de cárcel en lugar de 19 como pedía la Fiscalía, la cosa cambia. Su millonaria corrupción tiene un castigo parecido a gastar 80 euros con una tarjeta falsa, o a participar en un piquete sindical.
Decía Carlos Lesmes, presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, que la ley procesal española está hecha para el robagallinas, y así es. La justicia española forma parte de la superestructura del sistema capitalista en el que se manifiesta la lucha de clases. Los engranajes funcionan simultáneamente y en ocasiones se manifiestan sin tapujos, como cuando el gobernador del Banco de España, Luís María Linde, recomienda retrasar la edad de jubilación más allá de 67 años, y hacerse planes privados de pensiones porque en realidad, para la oligarquía que representa, ni siquiera el limitado estado del bienestar español le parece bien.
Tiempos duros estos que nos toca vivir en los que ser rapero, titiritero o twittear según qué cosas, pueden convertirte en una amenaza mayor que los saqueadores que esquilman España generación tras generación . ¡Várgame el señor!
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