Por
Berta Echániz Martínez
“Pensar no es reconocerse en lo ya pensado,
sino extraviarse; es ensayar, inventar nuevas formas de percibir y nuevas
formas de reflexionar. La invención es una necesidad para el feminismo, según
Bocchetti: las mujeres tenemos que ser inventoras, construir nuevos valores, no
ser imitadoras. Ésa es la revolución pendiente, el palacio de invierno reside
en nuestras conciencias”[1].
Pues yo esta noche de luna
llena quiero ser inventora para…
Pensar con las mujeres, en
vez de mirar a las mujeres. Para construirnos desde nosotras mismas y no desde
la liminalidad aprendida.
Articular nuestras
experiencias y compartirlas con las de los demás actores que intervienen en este
escenario histórico.
Reflexionar sobre la
denuncia de la subalternidad a partir de nuestras estrategias y tácticas de
lucha y resistencia.
Apropiarnos de la
narrativa del pasado. Para recuperar voces dormidas, para aullar como perras.
Cuestionar la realidad y sus
amarguras. Para estimular los conocimientos y sus placeres.
Para… convertirme en una
mujer comprometida con la revolución que estamos creando, para
convertirme en inventora.
[1]
Prólogo de Maite Larrauri a Lo que quiere
una mujer de Alessandra Bocchetti (1999), Feminismos, Cátedra, pp.7-24.
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